Dos mil diez. Cuatro capítulos de mi novela listos y editados. Una semana en la playa con amigos para que pudiese disfrutar de todo aquello que ya se me estaba yendo. Dos sesiones con la psicóloga de DAMSU [y dos más con la de la escuela]. Cuatro amigos que ya no están [y dos que ya ni sé]. 308 mensajes de texto. Dos personas que de repente ya no me hablan. Tres meses. Una ecografía. Diecisiete pastillas anticonceptivas. Una lady-cartuchera. Aproximadamente veinte [casi] ataques de pánico y unas tres contemplaciones de suicidio. 86 días. Trece libros que esperan a ser leídos [y uno que hace meses que está a la mitad]. Un picnic por el mismo amor. Dos vestidos nuevos. Doce semanas. Un amor que no para de doler y un inicio de cuadro depresivo que no parece amainar. Cinco entradas y una amenaza en el blog. 2.064 horas [tal vez un poco más, acaso un par menos]. Una gothic, una noche en la alameda y una muy mala fiesta de disfraces. Doce bidones de Citric y unas quince botellitas de Paso de los Toros. Muchas peleas con mis viejos. Una responsabilidad civil ignorada y una culpa constante que no me deja vivir. Dos pruebas de italiano y una de inglés. Dos películas en 3D, dos clases de cine, un libro encargado en Yenny’s que no sé cuándo me dignaré a comprar y una nota a Dora. Unas ganas locas de irme a la mierda y un miedo enfermizo a fracasar. Seis, siete, ocho mareos. Diez tardes ocupadas solamente en dormir. Un ovario de menos de tres centímetros con un quiste de más de seis. Dos reinas de la Vendimia escrachadas y casi cuatro mil folletos repartidos. Una organización acabada y resucitada. Tres limados. Cien pesos en el buzo y todavía queda plata por pagar. Una necesidad loca y exacerbada de conseguir un trabajo. Dos películas de Campanella vistas y 31 capítulos de Cold Case grabados sin ver. Cinco días para pintar cuatro paredes. Dieciséis notas en el facebook y cuatro textos empezados y jamás terminados. Unas diez personas interesantes conocidas y unos veinte pelotudos a los que no quiero ver nunca más. Un imbécil al que me prometí que iba a matar y un par de ojos celestes casi grises a los que que me juré hablarle. 107 días para cumplir dieciocho y el sentimiento de que ya nada va a cambiar. Miles de lágrimas y este vacío adentro que ruega que alguien le diga que existe la vida después de este infierno.
Hace 5 años





