{{"Ahi va uno de los prototipos de Dios. Un mutante ni siquiera reconocido por la producción en masa. Raro para vivir y escaso para morir."}}

31 agosto, 2008

QUIERO LLORAR



Quiero llorar, meter mi cabeza entre mis manos y dejar que las lágrimas lo limpien todo. Que el peso de mi consciencia se evapore con ellas, que mi tristeza muera por ellas.

Quiero sentir que se me va la vida en el llanto, que ya el futuro no importa porque no hay un futuro real para mí. Quiero sentir que con mis lágrimas se van todas las personas que me hacen sufrir… las imperfecciones que me atormentan… los errores que me persiguen… los amores que no me corresponden… los cariños de los demás que son insuficientes…

Las amistades falsas, las miradas dolientes; los comentarios que punzan mi alma, que la desgarran; las personas que los hacen con su maliciosa ingenuidad, con su morboso e inconsciente deseo de hacer daño, con sus supuestos sentimientos de amistad… los amores imposibles, las palabras dolorosas, los sueños inalcanzables, mi corazón roto, mi alma partida. Que todo eso se vaya con mis lágrimas. Que desaparezcan y no vuelvan nunca más a mí.

Que éstas se lleven las heridas, el dolor, la desesperanza, la falta de confianza y, si pueden, que hasta se lleven mi vida.

Quiero sentir que se me va la vida llorando, que cada suspiro es el último, que cada lágrima derramada se lleva una parte de mi vida; quiero que el llanto me haga dormirme y no despertarme hasta dentro de mucho tiempo.

Quiero que mi último sollozo sea también mi último respiro.
11/03/08

19 agosto, 2008

SILENCIO



La gente se ríe cuando digo que le temí al silencio gran parte de mi infancia. “Se nota” me dicen “con lo que hablás…” Tienen razón, mi desenfrenada forma de hablar se debe a esta fobia infantil, muy ligada a la relación que he hecho toda mi vida de “oscuridad + silencio + soledad = muerte”. Y así fue como estos cuatro conceptos que al principio me aterrorizaban se han ido afianzando en mí hasta el punto de que los primeros tres me fascinan.

Y descubrí que hay tantos tipos de silencio…

Está el silencio incómodo entre dos personas, ese que cada uno quiere romper pero que ninguno sabe cómo y no se atreven a hacerlo, el silencio de los recuerdos, en el que las voces y las imágenes recurren a la memoria como moscas a la luz, mientras una sólo quiere olvidar; existe también el silencio donde las palabras sobran, cuando el lenguaje del cuerpo es todo lo que importa: una mano apoyada con dulzura sobre una cintura, un beso fugaz, un repentino choque de miradas…

El silencio me generó miedo muchos años y ahora me atrae de forma inexplicable ¿Será que intento encontrar en su paz la calma interior que hace tanto no tengo? ¿O tal vez sea que mi alma se rebela esperando alertarme sobre la importancia de cambiar de rumbo?
05/08/08

09 agosto, 2008



La gente suele decir que estoy loca. En la escuela, son pocas las personas que me miran con buenos ojos, y casi ninguna va al mismo año que yo. Soy demasiado distinta a ellas como para que me acepten.

Aún así soy una persona muy sociable aunque un tanto selectiva y tal vez a esto se debe mi relativo aislamiento




Aunque a veces parece que tengo el autoestima muy alta, es sólo un disfraz. En realidad tengo muy poca confianza en mí y soy terriblemente sentimental. Cualquier crítica basta para hacerme creer que no valgo nada. Mis emociones parecen una montaña rusa, por lo cambiantes e intensas.

Sueño con cosas que son demasiado inalcanzables. Quiero ser actriz, quiero viajar por el mundo, vivir en Londres. Quiero conocer los castillos donde se filmó Harry Potter y quiero sacarme una foto entre las plataformas 9 y 10 de la estación de trenes de King Cross. Quiero ser conocida y quiero escribir para que el mundo lo lea. Sueño con abandonar Mendoza, con estar lo más lejos posible. Sueño con el chico perfecto, el amor ideal. Con ese que me va a sacar de acá y me va a hacer feliz.

También tengo miedo. Tengo miedo de nunca salir de este pueblo que se hace llamar ciudad, de tener que quedarme para siempre en esta sociedad que no tolera lo diferente. Temo no conocer Inglaterra, no ver nunca fuera de fotografías las colinas de Hollywood.

Sólo hay dos cosas que de verdad me calman siempre, mis dos pasiones: Harry Potter y el cine. Me hacen aún mejor que escribir, que es algo que me cuesta creer que se me da bien aunque todos me lo digan. Amo la música y me odio por no servir para ella. Otro sueño frustrado.



A veces hasta yo misma pienso que estoy loca. Soy soñadora, ingenua, idealista por momentos y pesimista la gran cantidad del tiempo. Soy una chica muy contradictoria. Me aterra la idea de la muerte, a la vez que me fascina. Mi música favorita es aquella que me pone triste.

A veces hasta yo me creo que soy muy segura de mí misma. Y tal vez lo soy. Porque hay días en los que me despierto y pienso que lo puedo todo. Después me levanto, me miro en el espejo y me veo hermosa. Llego al colegio y le resto importancia a todos los que me molestan. Y, al final del día, no sé si todo fue verdad o si sólo estuve soñando, si estuve viviendo en la piel de otra.

Tengo bastantes amigos de los buenos y unos cuantos de esos que están para pasar un buen rato y nada más. Está mi amiga de hace mucho, con la que me peleo todo el tiempo pero no es en serio, y están mis amigos del DAD, los que son de fierro y están siempre, aunque algunos se hagan los duros y los que ya me olvidaron. También están las amigas nuevas, que se están ganando un lugar. Y también están las ausentes, las que no sé si quiero seguir teniendo a mi lado o si estoy feliz de no verlas más.






Estoy loca, lo sé. Llevo dieciséis años escuchándolo. Hago cosas sin sentido, bailo por la calle, grito, me río a carcajadas, digo estupideces, abrazo a la gente. Y, después, lloro, me enojo con todos, no quiero ver a nadie, me supera la gente que se ríe descontroladamente.

No me gustan los deportes y no soy buena para ellos. Igual, siempre quise ser alta y atlética. En cambio, mido un metro cincuenta y me canso después de correr media cuadra.

No sé muy bien qué tipo de persona quiero ser. Soy muy mala con la gente que me cae mal pero después me arrepiento y me da pena. Cuando estoy sola extraño la compañía y quiero soledad cuando hay gente a mi alrededor. Tengo cambios abruptos de humor y de opinión, aunque suelo ser bastante consecuente con lo que digo.

Hablo todo el tiempo. El silencio entre dos personas es algo que me pone muy nerviosa. La gente me cataloga de insoportable y las profesoras me dicen que me calle hasta en alemán (literalmente). Me considero una persona confiable, aunque a veces se me escapa contar algo que no debería. En mi desesperada e incontrolable verborragia, suelo hacer comentarios que no debería y hablar demasiado alto.

Odio los errores de ortografía y gramaticales. Detesto cuando la gente habla mal. Soy consciente de que me sobra un poco de soberbia por momentos y que me hace mucha falta en otros. También sé que tengo una capacidad de concentración y retención únicas. Recuerdo conversaciones, pasajes de libros, mensajes, etc. con asombrosa precisión.



Tengo atisbos de chica normal. La televisión y la computadora son fundamentales en mi vida. Me gusta comprarme ropa y accesorios. Me maquillo mucho. Pero nada de esto lo hago como las demás. No uso chupines ni corrector de ojeras. Me gusta ser distinta y llamar la atención por ello. No me molesta que la gente me señale con el dedo porque me visto de negro y llevo el pelo con mechas rosadas.

Mi mundo está al revés. Me gusta dormir durante las mañanas y pasar las madrugadas en vela escribiendo, leyendo, viendo películas, pensando, sufriendo a veces… a mí me gusta así.

Así soy yo, aunque a veces me odio y daría todo por ser otra persona. Pero hay otras veces en las que me quiero inexplicablemente y no quiero cambiar. Puedo aceptar mis defectos con suma facilidad y con mayor facilidad acepto mis virtudes. Porque estoy loca… ¿Y qué?

19/07/08

05 agosto, 2008

CULPAS



Nuestra historia fue confusa,
hiriente, dolorosa,
punzante incluso tal vez.
Sofocante.

Nunca pudiste aceptar que me querías,
nunca dejaste que yo te quisiera
y nunca dejaste de quererme.
No me permitiste olvidarte,
así como nunca me olvidaste;
y no me permitiste dejarte,
así como nunca me dejaste.

Y si dolió, fue tu culpa.
Y si lloré, fue tu culpa.
Y si sufrí, si deseé morir,
si me odie, si quise estar lejos,
y si mi corazón se rompió, también fue tu culpa.

Fue tu culpa por ser tan complicado
por meterme en un laberinto sin salida
que como premio prometía tu amor
pero que no era más que una mentira.

Fue tu culpa porque no pudiste aceptar
lo que te pasaba conmigo,
porque nunca pudiste entender
que amar se trata de animarse
de olvidarse de los miedos,
y de que el mundo desaparezca
para que sólo quedemos los dos.

Nuestra historia fue confusa,
hiriente, dolorosa,
punzante incluso tal vez.
Sofocante.