{{"Ahi va uno de los prototipos de Dios. Un mutante ni siquiera reconocido por la producción en masa. Raro para vivir y escaso para morir."}}

31 enero, 2011

Confesión.

Las palabras que no encuentro ahora viven en tu boca; se fugaron de mis labios entre beso y beso, ansiosas por descansar entre los tuyos. Se quedan ahí, acurrucadas en tu lengua y se reencuentran con mi piel en esas noches robadas al tiempo. Y así, con las palabras tatuadas con saliva, no encuentro otra manera de expresarte todo esto que me quema por dentro que dejando que mi cuerpo se lo susurre al tuyo. Abandonar los sonidos a su suerte, reemplazarlos con caricias ardientes, desesperadas. Mezclar con tus sonrisas mis latidos desbocados. Decir de mil formas diferentes que te quiero, hoy más que nunca. Hablarte con las manos, con los ojos. Dejar que mi aliento entrecortado vague por tu dermis, besando cada uno de tus poros y contándoles de las ganas que tengo de tenerte.

Es que yo ya no tengo voz. Huyó de mí, desesperada por chocar contra tu cuerpo. No la culpo. Resulta bastante más interesante, mucho más divertido e infinitamente más placentero recorrer tu piel, enroscarse en tus brazos, pasear por tus caderas al borde de lo prohibido. Asomarse a esa otra realidad que proponen tus pupilas oscuras, colgarse de una de tus largas pestañas y dejarse caer otra vez sobre tus labios. Enredarse con tus piernas, perderse en el desenfrenado éxtasis de tu boca, tu respiración, tu olor, tu tacto. Prenderse de tu cuello, ahí donde tu aroma se concentra en la cantidad exacta para hacerme enloquecer.

Y quizás entre mis gemidos ahogados y el tacto imperioso y desbordado de mis manos en tu piel llegue el mensaje que mi cuerpo ansioso pretende hacerte entender. Tal vez pueda explicarte sin hablar todo esto que quiero decir cuando abro la boca y no me salen las letras, cuando mis labios sólo consiguen amoldarse a los tuyos. Acaso cuando la electricidad recorra tus miembros y la inconsciencia llene tu mente con estallidos de color, en ese momento escuchés por fin mi voz. Y quizás la frase perfecta, los sonidos justos estén también ahí, desperdigados por tu ser. Y tal vez en el último temblor, el último estremecimiento, las palabras, jadeantes, resuenen en tus poros. Quizás tus ojos puedan sentirlas, hasta puede que llegues a rozarlas con tus dedos. Acaso cada oración se escuche en tu cutis, acaso tus oídos muerdan el rumor de mis palabras y traguen el eco de mi voz, haciendo que recorra tu espina dorsal, rumbo a cada terminal nerviosa. Cuando tu cuerpo entero tiemble con el tañido de mis sentimientos mezclados con adrenalina y hormonas; en el instante en que tu espíritu choque contra la palpable realidad de que te quiero. En ese momento, quizás, si tengo suerte, puede que hasta sientas lo mismo.


23 enero, 2011






Touch-a,
touch-a,
touch
me
I wanna be dirty






tengo
el blog completamente abandonado. No es como si a alguien le interesase, pero prometo volver de vacaciones y volver a él.