¿Sabes? A veces todavía sueño con vos. Una vez a la semana, por lo menos. Aún hoy te busco en las calles, en las plazas. Nunca más volví a decirle a alguien que era mi mejor amigo. La gente me habla de vos. Que te vieron. Que te hablaron. Que me mencionaron. Que me mencionaste. Que me extrañás. Que me olvidaste. Ya no sé qué creer. Y no soy lo suficientemente fuerte como para agarrar el teléfono y marcar tu número. O para tomarme un micro y esperarte a la salida de tu colegio. Tengo miedo. Porque no sé si querré vivir si me decís que no, que me vaya, que ya no soy nadie.
No creo en almas gemelas y me estoy olvidando de los “para siempre”. La piel de mis muñecas me pesa más que nunca. Y el vacío está más presente de lo que jamás lo estuvo. Y ya no puedo llorar. Las lágrimas se agolpan bajo mis ojos, pero no parecen querer ir más allá. Son parte de mi tortura, de mi agonía.
Hace tiempo que tu campera, que uso aunque muera de calor, perdió tu olor. Y hoy me duele verla. Y hay fotos tuyas que tengo que voltear porque se ríen. Se ríen de lo ingenua que fui. Y que sigo siendo. Porque… ¿Qué pensarías si te dijera que sigo pensando en vos como la persona más importante en mi vida?

1 comentario:
maría también es igual que yo x)
jaja me alegro que te gusten mis escritos, a mi me encantan los tuyos.
gracias por pasar ♥
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