{{"Ahi va uno de los prototipos de Dios. Un mutante ni siquiera reconocido por la producción en masa. Raro para vivir y escaso para morir."}}
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02 septiembre, 2012

Hace cincuenta años, Ray Badbury se daba cuenta de la superficialidad a la que estábamos yendo.

¿Cuándo comenzó todo esto, te preguntas, éste trabajo, cómo se organizó, cuándo, dónde? (...) En verdad no progresamos hasta que no apareció la fotografía. Luego las películas cinematográficas, a principios del siglo veinte. La radio. La televisión. Las cosas comenzaron a ser masa. Y como eran masa, se hicieron más simples. En otro tiempo los libros atraían la atención de unos pocos, aquí, allá, en todas partes. Podían ser distintos. Había espacio en el mundo. Pero luego el mundo se llenó de ojos, y codos, y bocas. Doble, triple, cuádruple población. Películas y radios, revistas, libros descendieron hasta convertirse en una pasta de budín, ¿me entiendes?
— Creo que sí.
— Píntate la escena. El hombre del siglo diecinueve con sus cabellos, sus carretas, sus perros: movimiento lento. Luego, el siglo veinte: cámara rápida. Libros más cortos. Condensaciones. Digestos. Formato chico. La mordaza, la instantánea. Los clásicos reducidos a audiciones de radio de quince minutos. Reducidos otra vez a una columna impresa de dos minutos, resumidos luego en un diccionario en diez o doce líneas. Exagero, por supuesto. Los diccionarios eran obras de consulta. Pero muchos sólo conocían de Hamlet un resumen de una página en un libro que decía: "Ahora usted puede leer todos los clásicos. Lúzcase en sociedad." ¿Comprendes? Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. (...) Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las palabras de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de los Estados, o cuánto maíz cosechó Iowa el año último. Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian."



 Monólogo de Beatty, bombero, jefe de Montag en "Farenheit 451", de Ray Bradbury (p.53-60)

26 marzo, 2011

365 días después~

Me encontré a mí misma al borde del abismo y ahí instalé mi corazón. Habité el infierno hasta que la costumbre logró que las quemaduras dejasen de arder. Bailé en el limbo con los ojos empapados y la cabeza en llamas y me asomé al vacío, seducida por la gravedad. Tropecé muchas veces, atosigada por el silencio de tantas voces en la atestada soledad de mi mente. En el altar de mi cama sacrifiqué días enteros a Morfeo y desperté espantada al descubrir que, a veces, ni en sueños se puede escapar. Negocié con la vida un par de respiros a cambio de una promesa y seguí adelante más por inercia que por convicción. Por primera vez no pude pintarme la sonrisa indeleble y el llanto la desdibujó.

Hace un año escribía 
"Miles de lágrimas y este vacío adentro que ruega que alguien le diga que  existe la vida después de este infierno."
y hoy quisiera volver atrás para jurarme que la hay.

09 julio, 2010

En tres días cumplo 18 :)

Y este año quisiera que me regalen unos cuantos gramos de confianza, para mezclarlos con el azúcar y echárselo a esa taza de té que apuro por las mañanas antes de salir corriendo a la escuela. Un pasaje sin regreso hacia el futuro, el conjuro exacto para olvidar el pasado, alguna píldora para dejar atrás los malos ratos. Un beso de esos que te sacuden el mundo y se quedan para siempre paseando por tu cuerpo, haciéndote cosquillas cuando ya perdiste todas las ganas de reír. Un te quiero que se me pegue a la piel y se adose en mi mente, para seguir escuchándolo el resto del día. Un baúl de esos viejos, gastados por el tiempo, donde guardar todos los miedos que me sobran y que ya me estoy cansando de cargar de un lado a otro. Una red, alguna trampa que sirva para atrapar los ataques de pánico, así puedo meterlos en un frasco y enterrarlos muy lejos, junto a todas las lágrimas que algún día derramé. Un cuaderno nuevo, de tapas duras forradas de tela negra y hojas cuadriculadas, en donde empezar a escribir una nueva historia. 

[Y si alguien tiene plata y ganas de desacatar a mis padres, no me vendría mal una moto]

30 junio, 2010

I really want you to really want me but I really don't know if you can do that.—

Admito que no me considero interesante ni inteligente ni divertida; mucho menos bonita. Sé que me falta confianza y que me sobran complejos y miedos, tantos que suelo preguntarme cómo hago para que entren en este metro y medio que soy yo. Comprendo que soy desordenada, ansiosa y quizás un poco demasiado sensible. Que soy inestable y apasionada, tal vez en extremo. Es que yo SOY extremos. Y si hoy lo quiero todo, puede que mañana ya no quiera nada. Cargo con un pasado que a veces me hace llorar y con un futuro que me aterroriza. Sueño más de lo conveniente y hay días en que me olvido de despertar. Tengo ataques de pánico por las noches y a veces hasta insomnio. Reconozco que tengo una inclinación a sentirme culpable, consecuencia de algunos días que me gustaría poder olvidar. Nunca tengo frío y en verano puede resultar molesto dormir conmigo. Quiero con locura, eso quizás te pueda espantar. Amo a los Stones y sueño despierta con Keith Richards. Sí, con Keith. Mick va después. Quiero ser directora de cine, viajar, conocer el mundo. Y a Tim Burton. No me gustan los días soleados, el chocolate, el rock nacional ni las hamburguesas de McDonalds; por más que lo intente. Sufro de más por sinsentidos y río sin parar por cosas que no son graciosas. No sé lidiar con situaciones emocionalmente comprometidas ni decir lo que siento. Me gusta caminar bajo la lluvia, las librerías de usados, los sombreros y los zapatos de colores. Amo las ciudades, el cine y las tazas de té humeantes. Poseo una fe desmedida en la Humanidad, por más que la odie, y creo firmemente que la destitución de la Iglesia Católica es el primer paso para la redención del mundo. Me digo judía y agnóstica porque me siento ambas cosas. Leo a Stephen King y Agatha Christie y odio a García Márquez y sus 100 años de soledad. No sería yo sin la influencia de Friends y no existo si no veo dibujos animados. Adoro a mis viejos, mi hermana y mis amigos; hasta las últimas consecuencias. Nunca supe elegir lo mejor para mí y me siento una fracasada la mayor parte del tiempo. He aprendido a ocultar lo lastimada o destruida que puedo estar. Soy consciente de que estoy enferma y necesito ayuda, pero nunca encuentro el momento para ocuparme de mí. Me sobre exijo hasta llorar porque me gusta sentirme ocupada. Por ahí que mi mamá tiene razón y soy adicta a la adrenalina. No creo en muchas convenciones sociales ni en los temas “tabú”. Odio que la gente busque que me comporte como una pudorosa señorita de principios del siglo XIX y me sonroje horrorizada ante la simple mención del sexo. Odio que se suponga que por ser chica no debo tener fantasías, deseo o placer sexual. Por sobre todas las cosas y a cualquier nivel, creo en la igualdad. Tengo una severa carencia afectiva producto de cientos de ausencias y continuos olvidos. Me da miedo que me quieran, porque temo que terminen por irse. El espacio y el cosmos me producen angustia y las galletas de coco me hacen feliz. Soy adicta a las galletas de agua, la ensalada de frutas y el jugo Citric. Y a las barritas Kinder —el único chocolate que no odio. Amo encerrarme en la semipenumbra de mi habitación con un CD de Pink Floyd y mi máquina de escribir. Aunque suene ñoño y no siempre lo admita del todo, me encanta mi colegio. Odio la cumbia y el regggeaton y me prometí no volver a pagar por bailarlos. Si te fijás bien podrías notar que, pese a mi aire nostálgico, lo que menos quiero es volver el tiempo atrás. He empezado a creer en el ahora. Creo en el amor y el compromiso como únicas fuerzas creadoras y sostenes del universo; como únicos lazos que nos unen al mundo. Dios, los ángeles, el Diablo, el Cielo y el Papa no me importan. Admito que no creo en la felicidad —aunque últimamente soy inusual e irreparablemente feliz—; que soy propensa al ridículo y que no paro de hablar en un tono que puede rozar la histeria. Sé que tengo pocas virtudes y casi ningún talento. Ni siquiera soy demasiado útil ni necesaria. Que no soy gran cosa. Pero, quizás esta vez, para variar, VOS podrías quererme. 

20 junio, 2010

El miedo sólo sirve para 
perderlo todo.
Manuel Belgrano.

[cuánta razón tenías, eh.]

02 junio, 2010

12 abril, 2009

Estoy pensando en vos y todavía puedo recordar la época en la que no habría dudado que me querías. Y quiero sentir esa seguridad otra vez. Quiero creer que todo sigue como antes. Yo en mi lugar y vos en el tuyo. A mi lado. Diciéndome que soy tu mejor amiga y tu peor pesadilla. Nunca fuiste el hombro sobre el que lloré porque estando con vos no me daban ganas de llorar. Eras la revancha a todas las cosas que me salían mal. Siempre supiste cómo hacerme sonreír. Pero también sabías cómo hacerme llorar. Y lo estás demostrando… O tal vez no. No podés hacerte una idea de las muchas ganas que tengo de que me digas que es mentira. Que me mires con decepción y me preguntes cómo puedo creer que me olvidaste. Necesito que me digas que no rompiste esa promesa y que me abraces.

¿Sabes? A veces todavía sueño con vos. Una vez a la semana, por lo menos. Aún hoy te busco en las calles, en las plazas. Nunca más volví a decirle a alguien que era mi mejor amigo. La gente me habla de vos. Que te vieron. Que te hablaron. Que me mencionaron. Que me mencionaste. Que me extrañás. Que me olvidaste. Ya no sé qué creer. Y no soy lo suficientemente fuerte como para agarrar el teléfono y marcar tu número. O para tomarme un micro y esperarte a la salida de tu colegio. Tengo miedo. Porque no sé si querré vivir si me decís que no, que me vaya, que ya no soy nadie.

No creo en almas gemelas y me estoy olvidando de los “para siempre”. La piel de mis muñecas me pesa más que nunca. Y el vacío está más presente de lo que jamás lo estuvo. Y ya no puedo llorar. Las lágrimas se agolpan bajo mis ojos, pero no parecen querer ir más allá. Son parte de mi tortura, de mi agonía.

Hace tiempo que tu campera, que uso aunque muera de calor, perdió tu olor. Y hoy me duele verla. Y hay fotos tuyas que tengo que voltear porque se ríen. Se ríen de lo ingenua que fui. Y que sigo siendo. Porque… ¿Qué pensarías si te dijera que sigo pensando en vos como la persona más importante en mi vida?

19 marzo, 2009

La chica sentada en el suelo, apoyada en la pared, llora. No desahoga sus penas de amor porque nunca estuvo enamorada. Los recuerdos no la mantienen en vela porque no tiene buenos momentos que recordar. Sus lágrimas no son producto de injusticias porque ni eso ha querido darle la vida. Llora porque no tiene fuerzas, porque su mundo va demasiado rápido como para alcanzar a comprenderlo. Llora porque tiene miedo. Le asusta la soledad, el estancamiento, el FRACASO. Y eso es lo que ve en su futuro: miles de deseos jamas concretados, continuos anhelos jamás alcanzados. Ella es frágil, es débil, es inconsistente, casi irreal. Como el material del que está hecha y que la sostiene. Porque su cuerpo se apoya en sueños; su alma empieza y termina en fantasías; su cabeza está sumergida en imaginaciones inconscientes.

Pero ella conoce la verdad. Y por eso llora. Sabe que su cuerpo es sano, fuerte, joven. Sabe que vivirá muchos años más; los suficientes, al menos, para verse fracasada, frustrada, DERROTADA. Sabe que nunca logrará sus sueños y sabe que las fantasías nunca le serán suficientes. Entiende que no nació en el lugar, el tiempo o las circunstancias correctas. Y no cree en las segundas oportunidades. No para ella. No cree en la suerte, en el destino, en la felicidad. Le cuesta incluso creer que exista el amor.

Su cuarto está vacío y la puerta, cerrada. Detrás hay un mundo: padres, hermanos, familiares, amigos. Conocidos sin conocer y desconocidos a los que jamás hablará. El resto. Y hay lugares, los malditos lugares que cada vez parecen más lejanos. Londres. París. Venecia. Nueva York. San Francisco. Atenas. Moscú. Los Ángeles. Tantas locaciones que jamás pisará. Más deseos inconcretos.

La chica llora en silencio. Ahoga miles de sollozos y gemidos que pugnan por salir y mueren frustrados (como ella) en la garganta. No quiere que el mundo conozca su dolor, porque es SUYO. Y los demás no lo entenderían. Los demás jamás sabrán que le duele cada respiro; que cada noche antes de dormirse, cuando las ensoñaciones eternas ya llenaron su cuerpo de angustias, ella quiere no despertarse a la siguiente mañana. No dejará que lo sepan, no se verá derrotada por su propia desesperación. Porque, aunque no lo sea, debe mostrarse fuerte. Aunque por dentro cada día su mundo se derrumbe más, ella tiene que fingir; como hizo siempre. Y como hará el resto de su vida, probablemente.

Se para y respira hondo. No quiere seguir llorando, pero vuelve a perder y vuelve a caer. Se desploma sobre la cama y finalmente, cae rendida (como siempre) sobre el cementerio de sueños, lágrimas y gritos que ha instalado en su almohada.

10 enero, 2009

La noche del primero de enero del 2009. La primera noche del año. Soñé con vos. Me necesitabas, me llamabas. Tal vez todavía me necesites en la realidad. Yo no puedo dejarte atrás aún. La primera noche del año, el primer sueño del año. El primer dolor. Significativo, dicen algunos; divertido, otros. Yo digo que fue angustiante.

Sí, me llamabas. Me pedías que fuera a tu encuentro, pero una pared de gente me apartaba y una pared de vidrio me frenaba. Entre caras desconocidas, rodeado de angustia y muerte, me reconocías. Me querías a tu lado y yo ansiaba llegar a vos.

El primer sueño del año. Y eras vos el protagonista. No los amores fallidos ni los nuevos amigos. No los miedos latentes ni los dolores recurrentes. Vos. La persona que, tal vez, ya me olvidó.

Nunca recuerdo tan bien los sueños. En éste no hay espirales de colores, vacíos oscuros ni partes borradas. Está impreso en mi memoria, en mis retinas, en mi alma, en mi piel. Cómo olvidar tanto dolor, tanta angustia, tanta desesperación.

Me pregunto si ahora pensás en mí como una tonta. Tal vez sí. La tonta que te quiere aunque vos no la recuerdes. La tarada que no se da cuenta de que todo eso ya quedó atrás. Y sí, eso soy. Soy una tonta que todavía cree que sos alguien importante. Una tonta que se acuerda de que hoy es tu cumpleaños. Que quiere visitarte, abrazarte y decirte que te extraña. Una tonta que escucha “I miss you” de Blink-182 y se acuerda de vos. Una tarada que, a veces, pone Tokio Hotel y casi llora recordándoTE. Una idiota que todavía guarda ese secreto como una prueba de que la amistad no ha muerto.

La mañana del dos de enero del 2009. La primera madrugada sobresaltada del año. La primera tristeza. Las primeras incomprensiones, las primeras burlas de un año que promete muchas más. Estoy acostumbrada. Ya no importa. No si, dentro mío, puede arder una esperanza de que todavía me quieras.

Lo patética que me siento escribiendo esto. Espero que nunca lo leas. O tal vez estaría bueno que lo hagas. Que sepas que lo mucho que te quiero no cambia. No importa si estás lejos. O si estás ausente. No importa si estás en una cama de hospital conectado a miles de cables, llamándome tras una pared de vidrio y un muro de carne y ojos que te miran. No importa.

Un nombre. Cinco letras que me hacen pensar inmediatamente en dos palabras; diez letras. Una etiqueta que te puse y no te quiero sacar.

Mejor amigo.



Lucas.







(Feliz cumpleaños)

24 diciembre, 2008

EL DESPERTAR

El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrás de un moretón. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mí.

Stephenie Meyer - Luna Nueva

12 diciembre, 2008

Acostada en mi cama, con la mirada perdida y ningún pensamiento claro en mi mente; sin hacer nada. Sin siquiera buscar dibujos en las tablas de madera del techo, sin siquiera pensar en vos. Y la razón casi amenaza con rozarme, pero estoy protegida contra ella. Mis ojos rebosan de lágrimas que no serán derramadas y miles de gemidos jamás pronunciados se amontonan en mi garganta. En mi mente no dejan de arremolinarse pensamientos difusos que no logro descifrar.

No estás. Ese es un pensamiento claro y una verdad dolorosamente irrefutable. Pero en este momento siento que eso no importa ya. La soledad que ayer me carcomía ya no me toca; estoy protegida, ya lo dije.

Me protejo contra el dolor, la desesperación y la locura. Estoy vacía ahora. Soy sólo un envase que para volver a llenarse necesita una nueva razón de vivir… como vos lo fuiste. No espero tu regreso, no te quiero de vuelta. Lo que necesito es otra cosa, otro amor, otra obsesión, otra necesidad. Vos no sos el único motivo para respirar que existe. Sos el que yo encontré; pero hay otros. Tiene que haberlos. Millones de personas viven sin vos y yo voy a hacerlo también.

Y la busco en las canciones de amor y en los libros; la busco en las películas. No soy lo suficientemente fuerte para buscar esa razón en la realidad… ¿Qué digo? No soy lo suficientemente fuerte para despertar a la realidad, para pisarla, vivirla, respirarla, para percibirla aunque sea. Estoy protegida contra ella también.

Ahora soy una intrusa, saltando de ficción en ficción como si fueran sogas que, si bien no me ayudan a subir, me permiten mantenerme a una distancia prudencial del piso. Soy una lágrima en dolores ajenos, una sonrisa en alegrías que no me pertenecen, un corazón en amores de otros, un personaje más que el autor olvidó escribir.

Es sorprendente cómo es de fuerte el vacío. Yo ayer me desangraba por tu ausencia y lloraba mi necesidad de vos; mis ojos buscaban alguna figura amiga en las cercanías y mi mente inventaba absurdos argumentos para [sobre]vivir. Hoy ya no. Hoy sólo tengo una niebla profunda que rodea mis pensamientos, un mar de lágrimas por llorar, un cuerpo inmóvil sobre la cama y miles de sonrisas perdidas en algún lejano pasado. Apenas respiro lo suficiente para que este roto corazón mío siga latiendo.

Y así, hundida en el vacío, llenándome de él, espero que llegue el cansancio, que mis ojos se cierren y caer en un letargo sin sueños; donde la misma niebla sea dueña y señora. Un sopor tan vacío como mi vida misma, como el ambiente que me rodea, como la mirada de mis ojos, como las sonrisas que suelto para tranquilizar al resto.

Esto es enfermizo. Sé que algún día tendré que despertar y sé que ese día me sentiré morir; que la angustia y la desesperación serán mis compañeras, que las rodillas me temblarán y se me doblarán, sé que caeré muchas veces. Ese día no estaré más preparada que ahora para afrontar todo esto y el tiempo agigantará todos aquellos sentimientos que me carcomerán. El vacío minará mis fuerzas. No es racional entonces permanecer así, en este estado, pero yo ya dije que la razón no llega a rozarme. En mi inconsciencia dejé que este vacío me atrapara y ahora no estoy lo suficientemente consciente como para intentar escapar.


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Odio los vacíos porque estoy llena de ellos.

31 agosto, 2008

QUIERO LLORAR



Quiero llorar, meter mi cabeza entre mis manos y dejar que las lágrimas lo limpien todo. Que el peso de mi consciencia se evapore con ellas, que mi tristeza muera por ellas.

Quiero sentir que se me va la vida en el llanto, que ya el futuro no importa porque no hay un futuro real para mí. Quiero sentir que con mis lágrimas se van todas las personas que me hacen sufrir… las imperfecciones que me atormentan… los errores que me persiguen… los amores que no me corresponden… los cariños de los demás que son insuficientes…

Las amistades falsas, las miradas dolientes; los comentarios que punzan mi alma, que la desgarran; las personas que los hacen con su maliciosa ingenuidad, con su morboso e inconsciente deseo de hacer daño, con sus supuestos sentimientos de amistad… los amores imposibles, las palabras dolorosas, los sueños inalcanzables, mi corazón roto, mi alma partida. Que todo eso se vaya con mis lágrimas. Que desaparezcan y no vuelvan nunca más a mí.

Que éstas se lleven las heridas, el dolor, la desesperanza, la falta de confianza y, si pueden, que hasta se lleven mi vida.

Quiero sentir que se me va la vida llorando, que cada suspiro es el último, que cada lágrima derramada se lleva una parte de mi vida; quiero que el llanto me haga dormirme y no despertarme hasta dentro de mucho tiempo.

Quiero que mi último sollozo sea también mi último respiro.
11/03/08

03 julio, 2008

SIN TITULO


En algún tiempo fuiste mi equilibrio,
mi sostén y mis fuerzas
pero ahora ni siquiera tú puedes ayudarme.
Porque hay cosas más fuertes que el amor,
más grandes que tú y yo.
Cosas que pueden conmigo
y que pronto también podrán contigo

Todavía te amo
y no creo poder dejar de hacerlo jamás,
pero, si quieres, puedes irte
yo tampoco me quedaría
a verme morir de a poco…
¡Te estoy pidiendo que te vayas!
No quiero que me veas así
destruida, corroída
sin ganas de continuar.
Amándote más
de lo que mi cuerpo me lo permite.

Estoy cayendo.
No es tu culpa, es sólo mía,
no supe cuando parar.
Ya te estoy extrañando.
En mi agonía.
En mi dolor.

Siento mi sangre corriendo,
y el palpitar de mi corazón.
Mi cerebro sigue funcionando
pero mi alma no.

Estoy muerta ya por dentro
y eso no va a cambiar,
te extraño desde lejos.
Tú lo sabes,
sólo tienes que comprenderlo.
Ya no hay tiempo,
para nosotros,
para mí

Siempre supe que eras más
de lo que yo podía esperar.
Más de lo que yo jamás tendría.
Era demasiado esperar que me quisieras

Sé que estás sufriendo
así como lo hago yo.
Te juro que no era lo que yo quería

Todo habría sido distinto
si la que eligiese hubiera sido yo.
Pero ninguno pudo elegir;
simplemente sucedió.
No me extrañes
yo también procuraré no hacerlo.
Piensa en mí,
pero sólo como en un hermoso recuerdo
que nunca pudo ser.

1/7/08