{{"Ahi va uno de los prototipos de Dios. Un mutante ni siquiera reconocido por la producción en masa. Raro para vivir y escaso para morir."}}

30 junio, 2010

I really want you to really want me but I really don't know if you can do that.—

Admito que no me considero interesante ni inteligente ni divertida; mucho menos bonita. Sé que me falta confianza y que me sobran complejos y miedos, tantos que suelo preguntarme cómo hago para que entren en este metro y medio que soy yo. Comprendo que soy desordenada, ansiosa y quizás un poco demasiado sensible. Que soy inestable y apasionada, tal vez en extremo. Es que yo SOY extremos. Y si hoy lo quiero todo, puede que mañana ya no quiera nada. Cargo con un pasado que a veces me hace llorar y con un futuro que me aterroriza. Sueño más de lo conveniente y hay días en que me olvido de despertar. Tengo ataques de pánico por las noches y a veces hasta insomnio. Reconozco que tengo una inclinación a sentirme culpable, consecuencia de algunos días que me gustaría poder olvidar. Nunca tengo frío y en verano puede resultar molesto dormir conmigo. Quiero con locura, eso quizás te pueda espantar. Amo a los Stones y sueño despierta con Keith Richards. Sí, con Keith. Mick va después. Quiero ser directora de cine, viajar, conocer el mundo. Y a Tim Burton. No me gustan los días soleados, el chocolate, el rock nacional ni las hamburguesas de McDonalds; por más que lo intente. Sufro de más por sinsentidos y río sin parar por cosas que no son graciosas. No sé lidiar con situaciones emocionalmente comprometidas ni decir lo que siento. Me gusta caminar bajo la lluvia, las librerías de usados, los sombreros y los zapatos de colores. Amo las ciudades, el cine y las tazas de té humeantes. Poseo una fe desmedida en la Humanidad, por más que la odie, y creo firmemente que la destitución de la Iglesia Católica es el primer paso para la redención del mundo. Me digo judía y agnóstica porque me siento ambas cosas. Leo a Stephen King y Agatha Christie y odio a García Márquez y sus 100 años de soledad. No sería yo sin la influencia de Friends y no existo si no veo dibujos animados. Adoro a mis viejos, mi hermana y mis amigos; hasta las últimas consecuencias. Nunca supe elegir lo mejor para mí y me siento una fracasada la mayor parte del tiempo. He aprendido a ocultar lo lastimada o destruida que puedo estar. Soy consciente de que estoy enferma y necesito ayuda, pero nunca encuentro el momento para ocuparme de mí. Me sobre exijo hasta llorar porque me gusta sentirme ocupada. Por ahí que mi mamá tiene razón y soy adicta a la adrenalina. No creo en muchas convenciones sociales ni en los temas “tabú”. Odio que la gente busque que me comporte como una pudorosa señorita de principios del siglo XIX y me sonroje horrorizada ante la simple mención del sexo. Odio que se suponga que por ser chica no debo tener fantasías, deseo o placer sexual. Por sobre todas las cosas y a cualquier nivel, creo en la igualdad. Tengo una severa carencia afectiva producto de cientos de ausencias y continuos olvidos. Me da miedo que me quieran, porque temo que terminen por irse. El espacio y el cosmos me producen angustia y las galletas de coco me hacen feliz. Soy adicta a las galletas de agua, la ensalada de frutas y el jugo Citric. Y a las barritas Kinder —el único chocolate que no odio. Amo encerrarme en la semipenumbra de mi habitación con un CD de Pink Floyd y mi máquina de escribir. Aunque suene ñoño y no siempre lo admita del todo, me encanta mi colegio. Odio la cumbia y el regggeaton y me prometí no volver a pagar por bailarlos. Si te fijás bien podrías notar que, pese a mi aire nostálgico, lo que menos quiero es volver el tiempo atrás. He empezado a creer en el ahora. Creo en el amor y el compromiso como únicas fuerzas creadoras y sostenes del universo; como únicos lazos que nos unen al mundo. Dios, los ángeles, el Diablo, el Cielo y el Papa no me importan. Admito que no creo en la felicidad —aunque últimamente soy inusual e irreparablemente feliz—; que soy propensa al ridículo y que no paro de hablar en un tono que puede rozar la histeria. Sé que tengo pocas virtudes y casi ningún talento. Ni siquiera soy demasiado útil ni necesaria. Que no soy gran cosa. Pero, quizás esta vez, para variar, VOS podrías quererme. 

4 comentarios:

ayeezh dijo...

Dios mío querida! No podés escribir tan bien; te felicito Angie y en más de mil cosas me sentí perdidamente identificada.
Besote.

Gramorell dijo...

yo podría quererte :)
beso

Anónimo dijo...

Como siempre...simplemente genial!

Autodestrucción dijo...

Que buena reflexión, me vi reflejada en muchas expresiones.
Creo que cualquiera sería capaz de quererte :)
GRACIAS por pasar siempre por mi mundo.