{{"Ahi va uno de los prototipos de Dios. Un mutante ni siquiera reconocido por la producción en masa. Raro para vivir y escaso para morir."}}
Mostrando entradas con la etiqueta yo y mi pequeño problema con el tiempo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta yo y mi pequeño problema con el tiempo. Mostrar todas las entradas

14 julio, 2012

Señor,
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada.

{Qué haré con el miedo}

19 mayo, 2011

Y tiemblo, lloro, suplico. Imploro. Mi cama se vuelve cárcel y mis pensamientos, pesadillas. Otra noche que [sobre]vivir. Preguntándome ante qué nueva sombra voy a dejarme caer. Cómo voy a sabotearme esta vez. Siempre lo mismo. Siempre. Una y otra vez. Pánico. Mortífero. Pánico. De nuevo. Pánico. Es el mismo, pero renovado. Más fuerte. Más grande. Cada vez más certero. Los años le (me) enseñaron dónde golpear.



Sí, hay noches en que ni tu risa puede salvarme del miedo.

[Y eso significa que ya toqué fondo]

26 marzo, 2011

365 días después~

Me encontré a mí misma al borde del abismo y ahí instalé mi corazón. Habité el infierno hasta que la costumbre logró que las quemaduras dejasen de arder. Bailé en el limbo con los ojos empapados y la cabeza en llamas y me asomé al vacío, seducida por la gravedad. Tropecé muchas veces, atosigada por el silencio de tantas voces en la atestada soledad de mi mente. En el altar de mi cama sacrifiqué días enteros a Morfeo y desperté espantada al descubrir que, a veces, ni en sueños se puede escapar. Negocié con la vida un par de respiros a cambio de una promesa y seguí adelante más por inercia que por convicción. Por primera vez no pude pintarme la sonrisa indeleble y el llanto la desdibujó.

Hace un año escribía 
"Miles de lágrimas y este vacío adentro que ruega que alguien le diga que  existe la vida después de este infierno."
y hoy quisiera volver atrás para jurarme que la hay.

23 junio, 2010

12 noviembre, 2009

Disfrazando de espera lo que no es más que resignación.—


Y hoy es uno de esos días en que tu recuerdo se siente más que nunca y pesa hasta asustar. Uno de esos días en que podría huir muy, muy lejos y ya no volver. Uno de esos días en que el llanto pugna por salir y lo detiene ese estúpido deseo de sentirme fuerte. Uno de esos días en que tu ausencia se cruza con mi rutina  para espantarme con todo lo que quise que fuera y nunca fue. Y duele decir “tu ausencia” porque hace pensar que alguna vez estuviste acá. Y me obligo a admitir que lo mío es una alta dosis de nostalgia que roza la esquizofrenia; esa locura en la que tu falta me hace caer. Y es que ya estoy medio loca de pensarte; tanto que a veces llego a sentirte. Estoy algo demente de tanto estar sola imaginado que ya vas a llegar. Cansada de tanto levantarme para volver a caer. Aturdida de tanto llorar esperando que contestes a mis desesperados llamados.

Esta es una de esas tardes en que muerdo las horas, impaciente a la espera de algo que no va a ocurrir. Una de esas tardes que devienen de mañanas tristes y asustadas y desembocan en angustiosas madrugadas. Una de esas tardes que aparecen una vez al mes, justo cuando todo parecía andar bien. Una de esas tardes me recuerdan que todavía te quiero, aunque nunca vayas a saber quién soy. Un doloroso conjunto de instantes que me hacen rogar al olvido que te lleve más lejos de lo que ahora estás. Un insoportable transcurrir de minutos que nunca parece acabar. Un continuo resonar de tictacs en mis oídos, que acompasadamente me hablan de lo enorme de mi soledad. Un puñado de segundos que hace que cada exhalo me duela; pensando que, no importa qué haga, nunca voy a sacarte del todo de mí. Un pesado recorte de horas, sacado del común de mis días para acentuar la tortura de saberte imposible. La firma de mi sentencia a una cadena perpetua de agonía implorándole al tiempo que extirpe de mi piel los rastros que tu amor nunca dejó.

03 septiembre, 2009

20 julio, 2009

Confesiones de un corazón confundido.

Angélica nació hace ya diecisiete inviernos y unas cuantas lunas. Tiene ojos grandes, mirada triste y una sonrisa que parece agarrada con pinzas y que le sorprende que todos crean real. Lleva las uñas pintadas de negro, con el esmalte saltado y los bordes irregulares de tanto comérselas. Es por la ansiedad que no ha aprendido a controlar todavía. En su pelo se amontonan los distintos colores que el tiempo ha ido marchitando como sueños de otra vida que se marchan dejando sólo una franja muerta y desprovista de color. Se reconoce adicta al té y se ríe porque sabe que las casi siete tazas diarias están afectando su sistema nervioso. No sabe mucho de olvido o esperanza, pero conoce a fondo la indiferencia, el fracaso, la frustración, la tristeza y el rechazo. Ella no cree en Dios, en ángeles, en brujería, reencarnación o almas gemelas. No cree en la felicidad, el destino ni los finales felices. No le gustan los finales. Los odia. Tampoco cree en los “para siempre”. Piensa que cada vez que aparece un “para siempre” es para encubrir un “hasta nunca”. Tantas veces oyó lo mismo, tantos amigos vio desaparecer en las fauces de estas dos palabras. Porque ella admite que sólo le teme al fracaso y al olvido. Le aterran. Su simple insinuación la desequilibra. La trastorna. No hay nada más que pueda dejarla en vela noches enteras. Nada más que la aterrorice de esa manera. No existe otra cosa que la haga desfallecer y la deje sollozando de rodillas. Y los odia por eso. No le gusta caer, no le gusta rendirse ante la desesperación. Detesta sentirse débil. Y eso es precisamente lo que siente esas noches cuando cae al suelo con la cara entre las manos, creyéndose una tonta.

Angélica ama el arte. El cine, la música y la literatura son sus debilidades. Escucha The Rolling Stones y Pink Floyd; lee los libros de Stephen King y Agatha Christie [y los de Harry Potter, los cuales devora una y otra vez] y enloquece con Tim Burton en cualquiera de sus expresiones. Sueña con ser algún día la mitad de lo que él es. Quiere dirigir una película así como las suyas; oscura, compleja, con estilo, buena. Es probablemente su mayor ambición, sólo comprable con la ilusión que guarda de ver algún día publicados todos esos papeles sueltos donde garabatea sus sentimientos e inventa historias que le gustan más que la suya. Hace rato que Angélica decidió que lo que quiere y le gusta es el arte. Hizo un curso de danza y la escuela le obligó a abandonar. Pero se prometió que algún día va a volver. Es su materia pendiente, su sueño a realizar. 

Ella es catalogada de loca y rara. Y admite que lo es un poquito. Decididamente es distinta. Y se nota en la forma en que habla, se mueve, piensa o calla. En la manera en que apoya los ojos en la nada y se pierde. En su modo de sentir las cosas; crudo, descarnado, extremo. En la facilidad con la que rinde un examen sin haber tocado un libro del tema [y no porque sepa, sino porque no le importa]. En la rapidez y fluidez con la que puede sostener esas retorcidas ideas que tiene y esos ideales que defiende hasta que se le acaba la voz. En la capacidad que tiene para hacer suyas historias que no le pertenecen hasta terminar llorando con cada fantasía que experimenta. Porque ella no lee libros ni ve películas. Ella los vive. Los hace parte de sí y después le duele dejarlos ir. También se evidencia su desemejanza del resto cuando camina. Va lento, hablando consigo misma, mirándose los pies. Se detiene a observar cosas normales que ante sus ojos cobran nuevos matices. Hasta se viste diferente a los demás. Colores oscuros, maquillaje fuerte y muchos accesorios. La señalan en la calle por eso. Porque Angélica no nació en un lugar que le guste o en el que encaje. No. Ella viene de una ciudad chiquita que se hace pasar por más y a la que odia. Es originaria de una sociedad de montaña con todas las letras. Cerrada, conservadora. Una pequeña ciudad donde todos lucen parecido y piensan igual y lo distinto está mal visto.

Ella tiene amigos, pero ya no sabe cuáles son de verdad. Le mienten, la decepcionan, la olvidan, la abandonan, vuelven, la traicionan. La gente entra y sale y ella sigue igual. Sin inmutarse. Sin sentir nada. Sin llorar. Hace tiempo decidió que quería dejar de llorar. Que sería fuerte. Que no volvería a caer. Y lo consigue. O al menos la mayor parte del tiempo lo logra. Eso de ser fuerte no es una pose, no pretende que los demás lo crean. Ella admite que puede ser muy débil. Admite que a veces se esconde debajo de las frazadas de su cama, al borde del colapso. No desmiente que las películas le hacen llorar y que leyó pocos libros con los que no haya terminado sollozando. Lo acepta, pero no lo muestra. El resto lo sabe, pero no lo ve. Y si no se ve todavía existe la posibilidad de que no sea real. Y es precisamente eso lo que ella quiere. La duda. La incertidumbre. Porque todo en su vida es así. Real a medias. Sus amigos, sus anhelos, sus palabras, sus deseos, sus amores.

Angélica tiene un amor al que tacha de imposible. Mientras, lo sigue soñando. Ella quiere gritarle lo mucho que lo quiere, pero no se anima. Sabe que si lo hace él la rechaza y ella lo pierde. Lo mira día tras día. Hablan, se juntan, se ríen. Pero no busca más porque no lo hay. Entiende que hacerlo sería una pérdida de tiempo y un malgasto de suspiros. Comprende que así sólo lograría herir más su ya maltrecho corazón.

Ella vive a su modo, cuando puede. Cuando la dejan. Habla un poco a los gritos de cosas que se supone no debe hablar. Expone sus ideas sin preocuparse demasiado por las susceptibilidades ajenas. No opina de religión para no lastimar a los demás [Pero hay veces que le importa muy poco eso y se destraba. Y ahí hay que escucharla despotricar. Odio a la Iglesia Católica. La aborrece. La culpa de tantas cosas. Angélica se define como judía conversa y lo siente mucho más de lo que lo dice]. Si no va a la escuela duerme muchas horas del día y pasa las noches en vela. Le gusta mucho la noche. Se siente mejor en su soledad, su oscuridad, su silencio. No le asustan, porque sabe que ella puede combatirlos. Es más fuerte y más grande que el miedo.

Angélica sufre, miente, finge, sueña. Caza frases, recuerda gestos, inventa conversaciones, conserva imágenes, anexa canciones, confunde fechas, imagina futuros. Es una chica complicada. Un alma inestable. Una mente desequilibrada. Un corazón confundido.

08 febrero, 2009

60 cosas que la gente no sabe de mí (o tal vez sí)

1. Odio a los paracaidistas (léase el montón de idiotas que andan con remeras de Jack y no saben quién es Tim Burton; se dicen fans de Harry Potter/Crepúsculo y no han ni abierto los libros, etc.)

2. Me paso prácticamente todo mi tiempo libre escribiendo cosas que después casi nadie lee.

3. El mayor miedo de mi vida es no salir nunca de Mendoza.

4. Sueño, sueño y no paro de soñar. Todo el tiempo.

5. Parezco una chica feliz, pero casi el 50% del tiempo estoy fingiendo.

6. Quiero ser agente secreto (?), actriz, escritora o directora de cine. O vampiro.

7. Hubo momentos en los que Harry Potter fue lo único que me mantuvo con vida. Patético, pero real.

8. No me gusta el chocolate, pero amo el queso cremoso. (?)

9. Para mi 12º cumpleaños fui al Museo de la Pasión Boquense y me contuve de tragar pasto de la Bombonera porque mi hermana me dijo que los jugadores de River lo habían escupido.

10. Voy a poder morir feliz el día que me saque una foto entre las plataformas 9 y 10 de la estación de trenes de King's Cross.

11. Lloro mucho, lloro por todo. Igualmente, no lloro ni la mitad de veces que deseo hacerlo.

12. Casi todo el tiempo tengo ganas de agarrar todo lo que he escrito quemarlo, porque es una mierda. No sé porqué no lo he hecho todavía.

13. No hay lugar en el que desentone más que en El Bolsón y, paradojicamente, en pocos lugares me he sentido tan bien.

14. Creo que Willy Wonka es la única cosa no sexy que hizo Johnny Depp alguna vez.

15. Prefiero no hablar de religión para no herir suceptibilidades.

16. Tim Burton es el más grande realizador de cine que ha existido.

17. Los cines y las librerías de usados son mi lugar en el mundo.

18. Odio el Sol y el calor. Me gusta la noche, la lluvia y la oscuridad.

19. Cuando terminé de leer "Harry Potter y las reliquias de la muerte" eran las dos y media de la mañana y yo estaba mareada tras 12 horas frente a la computadora junto a una estufa. No paré de llorar hasta las cuatro y lloré tanto durante los días siguientes que mis papás consideraron llevarme a un psicólogo.

20. No quiero tener hijos nunca en la vida. Pero si los tengo les pondré Sirius, Cedric o Luna.

21. Me gusta cuando me cae cera de vela caliente en los dedos.

22. A veces tomo decisiones de mi vida basadas en sucesos de la serie de Harry Potter.

23. Adoro las motos (quiero tener una Vespa) y los escarabajos (como Herbie)

24. Peter Pettigrew es el peor personaje jamás inventado. Peor que Jacob o Voldemort. Aún peor que Bellatrix Lestrange. Peor incluso que Patrick.

25. Me siento muy identificada con la película "Confessions of a Teenage Drama Queen"

26. Si pudiera, no dormiría.

27. Mi futuro ideal incluye indefectiblemente un departamento en un sexto piso en Londres, una pantalla gigante y una Vespa. Tal vez un escarabajo, una máquina de escribir y unos zapatos de diseñador.

28. Podría vivir a base de ensalada de frutas/galletas de agua y té.

29. Siempre quise tener un apellido distinto, como Von Tiese, Birmajer o Van Helsing. (?)

30. Me encanta los vampiros. Pero no sólo las criaturas creadas por Stephenie Meyer, sino todos los vampiros.

31. Me encanta el Magisterio, aunque a veces me arrepienta de no haber entrado a Humanidades.

32. Lloré cuando caí en la cuenta de que Heath Ledger había muerto. Y pienso plantear una queja si no gana el Oscar póstumo.

33. No importa lo que nadie diga; la película "Sweeney Todd" me pareció genial.

34. Estoy enamorada del doctor House, de James Potter, Sirius Black, Vince Mellon, Jasper Hale, Emmett y Edward Cullen, Timothy Hogan y Paul Christopher.

35. Cuando era chica me encantaba ver un programa de unos gatos samurais que, al parecer, sólo la Dai conocía.

36. No creo en el destino (aunque sea yo) y menos desde que dice que el amor de mi vida es el Nico.

37. No me importa medir 1,55 m; aunque me queje.

38. Los chicos emo están riquísimos.

39. Odio High School Musical. Lo odio.

40. Fui a ver Piratas del Caribe 3 el día que se estrenó, no me importó que mis amigas fueran todas juntas otro día.

41. Me encanta caminar por la mitad de la calle.

42. Aunque viva negándolo, tal vez sí soy un poco emo.

43. No me molestaría empezar una nueva vida desde cero en algún otro lugar del mundo. Sólo extrañaría a unas cuantas personas.

44. Cuando estoy lejos de Mendoza sólo extraño a mis amigos, mi computadora y la Galería Caracol. En ese orden.

45. Cada año me quedo despierta hasta el final de la entrega de los Oscars y grito como loca cuando gana quien yo quiero. Durante los días anteriores a la ceremonia veo las películas nominadas.

46. Detesto la fiesta de la Vendimia.

47. Sólo hay tres cosas en Mendoza que me gustan: la Alameda, la Galería Caracol y la Ciudad Universitaria(?).

48. El olor a lavandina me recuerda al hospital y la peritonitis.

49. He leído tantas veces los libros de Harry Potter que me sé algunos pasajes de memoria. A veces uso frases de éstos en conversaciones cotidianos.

50. La televisión, los libros y las películas hacen que la vida parezca bastante menos divertida en comparación.

51. Me encantan los libros usados. Es como si tuviera historia.

52. El olor de los libros nuevos es espectacular. Y el de los libros usados también. Los libros en general huelen genial.

53. Aveces veo series viejas, como "Los duques de Hazzard" o "Mi bella genio".

54. Siempre llevo mis libros/cuadernos a todas partes. Aunque no haya posibilidades de usarlos.

55. En mi cartuchera suelen haber cosas inútiles como agujereadoras o abrochadoras que todo el mundo termina necesitando.

56. Leí el libro "Abzurdah" y pienso que es una máquina creadora de anas, mías y wannabes.

57. Pondría a Marley, Maradona y Tinelli en una fila y les pegaría un tiro que los atravesara a los tres. No malgastaría más balas.

58. Todavía extraño al séptima.

59. Solía tener un mejor amigo. Ahora no sé.

60. Tengo una facilidad para sentir cosas muy fuertes por personajes o cosas a las que nadie le da bola. Como Charlie o Garrett.

24 diciembre, 2008

EL DESPERTAR

El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrás de un moretón. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mí.

Stephenie Meyer - Luna Nueva

07 diciembre, 2008

CUESTIÓN DE TIEMPO


Si me quieres, será cuestión de tiempo hasta que me lo digas… y si no me quieres, será cuestión de tiempo hasta que yo te olvide.

17 julio, 2008

PASADO


Anoche te recordé,
estaba oscuro y llovía;
la lluvia parecía gritarme tu nombre
y la oscuridad casi te escondía.

Pensé en ti y en mí,
en que nunca hubo un nosotros.
Recordé que casi fuimos felices,
y no lloré.
No te extrañé

Anoche te recordé;
y preferí dejarte
solo entre recuerdos,
perdido entre sentimientos,
donde no fueras a volver.
Donde serías lo que siempre debiste ser:
PASADO

17/07/08

28 febrero, 2008

ESTE LUGAR






Este es un poema que escribí hace muuuucho tiempo porque mi amiga Florencia me lo pidió. Está basado en su historia
de amor... jeje.
Flor, te amo mucho!!


Este lugar
Hoy volví a este lugar
y sus muros, sus techos
sólo de ti me podían hablar,
recordándome que te quiero.

Esta lleno de los sueños que dejé por ti
de las lágrimas que por ti derramé.
Del amor que sentiste por mí,
de todo lo que yo te amé.

No quiero escuchar más de ti,
ni de que quieres a otra
¿Cómo olvidar mi amor?
Este lugar me habla de tantas cosas.

De un presente sin futuro
y un pasado no olvidado,
de promesas sin cumplir
y recuerdos no borrados.

De los besos que no nos dimos,
de esa historia que no fue,
de todo lo que nos perdimos,
por no arriesgarnos a querer

Aunque una y otra vez repita
que no voy a regresa
en este lugar esta mi vida
y no lo quiero dejar...

Para Floren...

26 febrero, 2008

SEPARACIÓN




Esto lo escribí hará unos dos meses, cuando me separé de 32 de las personas más importantes de mi vida... mis compañeros de curso.
(Puede ser que se parezca a alguna clase de oración, pero no fue intencional, ya que ni siquiera soy cristiana, así que no la conocía hasta que una amiga me lo mencionó :) )
Aprovecho el momento para decir que los quiero un montón y los extraño mucho más

¿Nunca has sentido la angustia oprimiéndote el pecho?
¿No has palpado jamás la tristeza a tu alrededor?
¿Sabes lo que es tenerlo todo y a la vez saber que todo lo dejarías por alargar el momento, aunque sea un segundo más?

Afortunado el que no ha sentido la soledad quemándole la piel, el que nunca ha batallado con la nostalgia, el que no ha sentido cómo la desesperación le obliga a llorar al mismo tiempo que un nudo en la garganta se lo impide.
Afortunado aquel que por las noches duerme tranquilo, sin buenos recueros que torturen sus sueño recordándole que no volverán; aquel al que la melancolía nunca lo ha dejado de rodillas, al que no le cuesta mirar para adelante y seguir.

¿Cómo hacer para no sufrir, para no llorar, cómo hacer para continuar?

Afortunado el que lo consigue. Aquel que no vive con la incertidumbre de no saber cuándo será la próxima vez(o si habrá una próxima vez), aquel que no baña su almohada en lágrimas, arrepentido de todo lo que quiso y pudo haber hecho, pero no hizo.
Afortunado el que se siente en paz consigo mismo cuando mira al pasado; el que cuando se queda solo y el silencio le zumba en los oídos no pierde el control, atosigado por los recuerdos.
Afortunado aquel que no desea volver en el tiempo, tan sólo para verlos otra vez juntos. Aquel que en la oscuridad no recuerda voces; aquel que no cae en la cuenta, repentinamente, de que no hay vuelta atrás.

Afortunado aquel que no vivió nunca una SEPARACIÓN

9/12/07

HARRY POTTER


Para abrir el blog decidí subir este texto que escribí hace unos meses, que expresa lo que sentí cuando leí la traducción(en Internet) de la última entrega de Harry Potter. Estos sentimientos han vuelto a surgir en mí después de leer la versión en papel.




Si tuviese la posibilidad de hablar algún día con esa mujer tan maravillosa que me hizo reírme, emocionarme y hasta llorar, tendría tantas cosas que decirle, mi verdadero problema sería que no sabría cómo decírselas. Y aunque pudiese encontrar las palabras para hacerlo, sé que podría pasarme semanas enteras hablando y aún así no le diría ni la mitad de todas esas cosas.
Porque ella me dio una "realidad" a la cual escapar cuando la mía no me alcanzaba. Me dio ese mundo plagado de criaturas mitológicas, personajes tan reales como queribles y hechizos y pociones sumamente deseables. Durante siete libros suspiré con los romances, lloré con las muertes y hasta llegué a sentir verdadero odio por quienes las perpetuaban.
Y es que ahora cuesta creer que no voy a volver a abrir un libro y encontrarme en medio de esa lucha contra el mal, materializado en Voldemort y sus Mortífagos; que no voy a volver pasarme noches sin dormir pasando hoja tras hoja para develar algún misterio de la antigua hechicería, o q no voy a volver a emocionarme con un nuevo descubrimiento acerca de l familia de Harry. Con decir que hasta me duele no volver a oír de Dolores Umbridge.
Porque nunca creí que de verdad esta magnífica historia pudiese tener un final. Pero el final llegó y lo que más me duele no es creerlo, sino aceptarlo. Aceptar que, por más que espere, no va a haber una aventura más. Aceptar que todos los que murieron(y los que sobrevivieron también, en realidad) no son más que una fantasía. Tal vez una de las mejores, pero fantasías en fin. Aceptar que todo tiene un final en la vida ya es duro pero... ¿Por qué hay que aceptarlo en la literatura también?
Por eso si tuviera a J. K. Rowling frente a mí le diría simplemente "gracias". Gracias por los dementores(que, desde que terminé de leer, parecen acompañarme a todos lados), por la Orden del Fénix, por los cromos de las ranas de chocolate, por la Plataforma 9 3/4, por Hogsmeade, por el callejón Diagon(y por el callejón Knockturn también, porqué no), por "Las tres escobas", por "Cabeza de Puerco", por Hogwarts, por las grageas Bertie Bott de todos los sabores, por las reliquias de la muerte y por el número 12 de Grimmauld Place. Por la piedra filosofla, por Snape(al cual odio aún después de saber que era bueno), por el Torneo de los tres Magos, por el calamar gigante del lago, por la Cámara Secreta, por el Prisionero de Azkaban, por el Príncipe Mestizo, por el Cáliz de Fuego, por el quidditch, por Xenophilius Lovegood, por Neville, por Kingsley Shacklebolt, por los Weasley, por Buckbeack(perdón, Withernings), por los thestrals, por Peeves y por los snocacks de cuernos arrugados.
Gracias por Lucius Malfoy y por Bellatrix(aún cuando la odio, gracias por ella), por Dolohov, por los horrocruxes, por los Dursley, por Horace Slughorg, por "Sectusempra", por Cornelius Fudge, por el Ministerio de la Magis y por San Mungo. Por "Odo, el héroe", por "Barnabás, el chiflado", por la Sala Multipropósito, por Winky, por Regulus, por los trasladores, por Aragog... y por tantas cosas más.
Y sé que no malgasté mis risas ni mis lágrimas. Sé que Harry lo vale; así como lo valieron Sirius, Dumbledore, Ojoloco, Hedwig, Dobby, Fred, Lupin y Tonks. Tal vez para los demás no eran reales, pero para mí sí. Tal vez el mundo no dejará de girar porque todo terminó, pero ya no será lo mismo. Porque así es, todo terminó, y eso no se puede cambiar, por mucho que yo quiera. El final trajo consigo tristeza, y también dejó un gran vacío en mí. La tristeza va a disiparse y desaparecer, pero no estoy segura de que el vacío vaya a hacer lo mismo.

10/08/07