{{"Ahi va uno de los prototipos de Dios. Un mutante ni siquiera reconocido por la producción en masa. Raro para vivir y escaso para morir."}}
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04 octubre, 2012

Abandono. Traición. Desesperanza. Miedo. Mentiras. Hipocresía. Desencanto. Corrupción. Desinterés. Olvidos. Promesas Rotas. Falsedad. Condescendencia. Superficialidad. Indiferencia. Vacuidad. 


Es bueno saber que, cuando el mundo perdió toda poesía, todavía quedás vos.

Felices... eh... dos años, dos meses y... (pará que cuente) 20 días. Te amo

06 junio, 2012

19 mayo, 2011

Y tiemblo, lloro, suplico. Imploro. Mi cama se vuelve cárcel y mis pensamientos, pesadillas. Otra noche que [sobre]vivir. Preguntándome ante qué nueva sombra voy a dejarme caer. Cómo voy a sabotearme esta vez. Siempre lo mismo. Siempre. Una y otra vez. Pánico. Mortífero. Pánico. De nuevo. Pánico. Es el mismo, pero renovado. Más fuerte. Más grande. Cada vez más certero. Los años le (me) enseñaron dónde golpear.



Sí, hay noches en que ni tu risa puede salvarme del miedo.

[Y eso significa que ya toqué fondo]

02 mayo, 2011

Celebrate a dream come true, every dream is possible  
la piba se fue a Disney, entró a Hogwarts y volvió con la esperanza renovada 



(y unas mil hojas que leer para rendir esta semana :|)

26 marzo, 2011

365 días después~

Me encontré a mí misma al borde del abismo y ahí instalé mi corazón. Habité el infierno hasta que la costumbre logró que las quemaduras dejasen de arder. Bailé en el limbo con los ojos empapados y la cabeza en llamas y me asomé al vacío, seducida por la gravedad. Tropecé muchas veces, atosigada por el silencio de tantas voces en la atestada soledad de mi mente. En el altar de mi cama sacrifiqué días enteros a Morfeo y desperté espantada al descubrir que, a veces, ni en sueños se puede escapar. Negocié con la vida un par de respiros a cambio de una promesa y seguí adelante más por inercia que por convicción. Por primera vez no pude pintarme la sonrisa indeleble y el llanto la desdibujó.

Hace un año escribía 
"Miles de lágrimas y este vacío adentro que ruega que alguien le diga que  existe la vida después de este infierno."
y hoy quisiera volver atrás para jurarme que la hay.

31 enero, 2011

Confesión.

Las palabras que no encuentro ahora viven en tu boca; se fugaron de mis labios entre beso y beso, ansiosas por descansar entre los tuyos. Se quedan ahí, acurrucadas en tu lengua y se reencuentran con mi piel en esas noches robadas al tiempo. Y así, con las palabras tatuadas con saliva, no encuentro otra manera de expresarte todo esto que me quema por dentro que dejando que mi cuerpo se lo susurre al tuyo. Abandonar los sonidos a su suerte, reemplazarlos con caricias ardientes, desesperadas. Mezclar con tus sonrisas mis latidos desbocados. Decir de mil formas diferentes que te quiero, hoy más que nunca. Hablarte con las manos, con los ojos. Dejar que mi aliento entrecortado vague por tu dermis, besando cada uno de tus poros y contándoles de las ganas que tengo de tenerte.

Es que yo ya no tengo voz. Huyó de mí, desesperada por chocar contra tu cuerpo. No la culpo. Resulta bastante más interesante, mucho más divertido e infinitamente más placentero recorrer tu piel, enroscarse en tus brazos, pasear por tus caderas al borde de lo prohibido. Asomarse a esa otra realidad que proponen tus pupilas oscuras, colgarse de una de tus largas pestañas y dejarse caer otra vez sobre tus labios. Enredarse con tus piernas, perderse en el desenfrenado éxtasis de tu boca, tu respiración, tu olor, tu tacto. Prenderse de tu cuello, ahí donde tu aroma se concentra en la cantidad exacta para hacerme enloquecer.

Y quizás entre mis gemidos ahogados y el tacto imperioso y desbordado de mis manos en tu piel llegue el mensaje que mi cuerpo ansioso pretende hacerte entender. Tal vez pueda explicarte sin hablar todo esto que quiero decir cuando abro la boca y no me salen las letras, cuando mis labios sólo consiguen amoldarse a los tuyos. Acaso cuando la electricidad recorra tus miembros y la inconsciencia llene tu mente con estallidos de color, en ese momento escuchés por fin mi voz. Y quizás la frase perfecta, los sonidos justos estén también ahí, desperdigados por tu ser. Y tal vez en el último temblor, el último estremecimiento, las palabras, jadeantes, resuenen en tus poros. Quizás tus ojos puedan sentirlas, hasta puede que llegues a rozarlas con tus dedos. Acaso cada oración se escuche en tu cutis, acaso tus oídos muerdan el rumor de mis palabras y traguen el eco de mi voz, haciendo que recorra tu espina dorsal, rumbo a cada terminal nerviosa. Cuando tu cuerpo entero tiemble con el tañido de mis sentimientos mezclados con adrenalina y hormonas; en el instante en que tu espíritu choque contra la palpable realidad de que te quiero. En ese momento, quizás, si tengo suerte, puede que hasta sientas lo mismo.


23 enero, 2011






Touch-a,
touch-a,
touch
me
I wanna be dirty






tengo
el blog completamente abandonado. No es como si a alguien le interesase, pero prometo volver de vacaciones y volver a él.

18 diciembre, 2010

Creo que te inventé en mi mente.—

¿Dije que te necesito?
¿Dije que te quiero?

Si no lo hice ahora soy una tonta, verás
nadie lo sabe mejor que yo.

















{Soñé que me hechizabas en la cama. 
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.}


6meses :)

15 julio, 2010

El MISMO amor, 
los MISMOS derechos
con los MISMOS nombres.
Iglesia, basura, vos sos la DICTADURA. 

Yo ya tengo una mamá y un papá. 
Ahora quiero UN PAIS MAS JUSTO.
[lalala y lo tengo]

Encima de todo, acá está nevando...
Y, encima, ahora tengo novio :)

09 julio, 2010

En tres días cumplo 18 :)

Y este año quisiera que me regalen unos cuantos gramos de confianza, para mezclarlos con el azúcar y echárselo a esa taza de té que apuro por las mañanas antes de salir corriendo a la escuela. Un pasaje sin regreso hacia el futuro, el conjuro exacto para olvidar el pasado, alguna píldora para dejar atrás los malos ratos. Un beso de esos que te sacuden el mundo y se quedan para siempre paseando por tu cuerpo, haciéndote cosquillas cuando ya perdiste todas las ganas de reír. Un te quiero que se me pegue a la piel y se adose en mi mente, para seguir escuchándolo el resto del día. Un baúl de esos viejos, gastados por el tiempo, donde guardar todos los miedos que me sobran y que ya me estoy cansando de cargar de un lado a otro. Una red, alguna trampa que sirva para atrapar los ataques de pánico, así puedo meterlos en un frasco y enterrarlos muy lejos, junto a todas las lágrimas que algún día derramé. Un cuaderno nuevo, de tapas duras forradas de tela negra y hojas cuadriculadas, en donde empezar a escribir una nueva historia. 

[Y si alguien tiene plata y ganas de desacatar a mis padres, no me vendría mal una moto]

30 junio, 2010

I really want you to really want me but I really don't know if you can do that.—

Admito que no me considero interesante ni inteligente ni divertida; mucho menos bonita. Sé que me falta confianza y que me sobran complejos y miedos, tantos que suelo preguntarme cómo hago para que entren en este metro y medio que soy yo. Comprendo que soy desordenada, ansiosa y quizás un poco demasiado sensible. Que soy inestable y apasionada, tal vez en extremo. Es que yo SOY extremos. Y si hoy lo quiero todo, puede que mañana ya no quiera nada. Cargo con un pasado que a veces me hace llorar y con un futuro que me aterroriza. Sueño más de lo conveniente y hay días en que me olvido de despertar. Tengo ataques de pánico por las noches y a veces hasta insomnio. Reconozco que tengo una inclinación a sentirme culpable, consecuencia de algunos días que me gustaría poder olvidar. Nunca tengo frío y en verano puede resultar molesto dormir conmigo. Quiero con locura, eso quizás te pueda espantar. Amo a los Stones y sueño despierta con Keith Richards. Sí, con Keith. Mick va después. Quiero ser directora de cine, viajar, conocer el mundo. Y a Tim Burton. No me gustan los días soleados, el chocolate, el rock nacional ni las hamburguesas de McDonalds; por más que lo intente. Sufro de más por sinsentidos y río sin parar por cosas que no son graciosas. No sé lidiar con situaciones emocionalmente comprometidas ni decir lo que siento. Me gusta caminar bajo la lluvia, las librerías de usados, los sombreros y los zapatos de colores. Amo las ciudades, el cine y las tazas de té humeantes. Poseo una fe desmedida en la Humanidad, por más que la odie, y creo firmemente que la destitución de la Iglesia Católica es el primer paso para la redención del mundo. Me digo judía y agnóstica porque me siento ambas cosas. Leo a Stephen King y Agatha Christie y odio a García Márquez y sus 100 años de soledad. No sería yo sin la influencia de Friends y no existo si no veo dibujos animados. Adoro a mis viejos, mi hermana y mis amigos; hasta las últimas consecuencias. Nunca supe elegir lo mejor para mí y me siento una fracasada la mayor parte del tiempo. He aprendido a ocultar lo lastimada o destruida que puedo estar. Soy consciente de que estoy enferma y necesito ayuda, pero nunca encuentro el momento para ocuparme de mí. Me sobre exijo hasta llorar porque me gusta sentirme ocupada. Por ahí que mi mamá tiene razón y soy adicta a la adrenalina. No creo en muchas convenciones sociales ni en los temas “tabú”. Odio que la gente busque que me comporte como una pudorosa señorita de principios del siglo XIX y me sonroje horrorizada ante la simple mención del sexo. Odio que se suponga que por ser chica no debo tener fantasías, deseo o placer sexual. Por sobre todas las cosas y a cualquier nivel, creo en la igualdad. Tengo una severa carencia afectiva producto de cientos de ausencias y continuos olvidos. Me da miedo que me quieran, porque temo que terminen por irse. El espacio y el cosmos me producen angustia y las galletas de coco me hacen feliz. Soy adicta a las galletas de agua, la ensalada de frutas y el jugo Citric. Y a las barritas Kinder —el único chocolate que no odio. Amo encerrarme en la semipenumbra de mi habitación con un CD de Pink Floyd y mi máquina de escribir. Aunque suene ñoño y no siempre lo admita del todo, me encanta mi colegio. Odio la cumbia y el regggeaton y me prometí no volver a pagar por bailarlos. Si te fijás bien podrías notar que, pese a mi aire nostálgico, lo que menos quiero es volver el tiempo atrás. He empezado a creer en el ahora. Creo en el amor y el compromiso como únicas fuerzas creadoras y sostenes del universo; como únicos lazos que nos unen al mundo. Dios, los ángeles, el Diablo, el Cielo y el Papa no me importan. Admito que no creo en la felicidad —aunque últimamente soy inusual e irreparablemente feliz—; que soy propensa al ridículo y que no paro de hablar en un tono que puede rozar la histeria. Sé que tengo pocas virtudes y casi ningún talento. Ni siquiera soy demasiado útil ni necesaria. Que no soy gran cosa. Pero, quizás esta vez, para variar, VOS podrías quererme. 

28 junio, 2010

Vos decís que no está bien ser gay,
bueno, yo pienso que simplemente sos malvado.
Sólo sos un racista que no puede atarme los cordones.
Tu punto de vista es medieval...
FUCK YOU, FUCK YOU VERY, VERY MUCH.


Feliz Día del ORGULLO GAY.
[y que sea el último que festejemos sin la ley.]

02 junio, 2010

14 abril, 2010

Día 6485 en la Tierra (y seguimos contando).

Saber lo que tenés que hacer y saber que nunca lo harás. Detenerte por esa estúpida costumbre de pensar en no lastimar a los otros aunque te hagas mierda vos. Y desearlo. Desearlo con cada partícula de tu ser. Y seguir sabiendo que nunca lo harás. Y no es por miedo, no. Es porque SU felicidad, su tranquilidad es más grande, más fuerte, más importante que la tuya. Siempre fue así y siempre lo será. Estás atada, imposibilitada para ser feliz, para dejar ir todos tus fantasmas, para quitarte esa cruz que hace años que llevás. Y que toda esta mierda te pese, te duela, te lastime y te condicione. Y te dejás pisar, como siempre lo hiciste. Y dejás que el resto te culpe [o quizás vos te culpás y lo que ves en ojos ajenos no es más que el reflejo de los tuyos]. Y querer matarlo. Sí, matarlo. Desplegar tu sadismo e imaginar mil y un formas de hacerlo sufrir. Porque vos estás sufriendo. Y aquellos a los que más querés sufren también. Y él sigue ahí, impune, fresco. Y estás mal. Y no podés pensar, no podés leer, no podés escribir, no podés dormir. Y tenés miedo a la cama y a estar rodeada de silencio y oscuridad. Le temés a lo que la angustia pueda hacer con vos. Inventás mil y una estrategias para ganarle a los ataques de pánico y finalmente te quedás dormida sobre la almohada empapada, lista para otra noche de sueño liviano y contracturas. El infierno en vida. Parece que las ganas y el placer se mudaron muy lejos tuyo y que la angustia nunca termina. Y lo único en lo que pensás claramente es en lo mal que está todo y en las ganas que tenés de morirte, de irte y nunca más volver. Desaparecer. Querés morirte. Sí, es eso. Morirte. Porque ya no podés más. No querés cargar con esto. Porque cada instante se clava en el cuerpo con el frío del hielo, con la fuerza del viento. Con furia. Y sentir que podrías llorarte la vida, que no existe suficiente música para tapar tus sollozos ni suficiente esperanza para hacerte poner en pie. Estás cansada. No tenés ni fuerza para seguir fingiendo una sonrisa, porque hasta los labios te pesan ya. 

Y sentirte sola. Irrelevante. Insignificante. Olvidable. Reemplazable. Descartable. 

Perdiendo en esa guerra entre vos y tu conciencia que te dice lo que de todos modos ya sabés. Cansada de luchar por mantenerte cerca de la superficie. Estás harta de decir que estás bien, de simular que ya lo olvidaste. Destruida de tantas batallas con muchas penas y nada de gloria. [Todavía me pregunto cómo hiciste para no dejarte caer.] Olvidada. Abandonada. Exhausta de tanto correr tras los fantasmas ausentes, temblando de miedo y tragándote las lágrimas. Afónica de tanto gritar esperando que alguien se digne a darse cuenta de lo que pasa. Que alguien mire y recuerde que estás ahí. Que siempre estuviste. Pero nadie contesta. Nadie aparece, a nadie le importa. La historia de tu vida. Aparentemente jamás fuiste lo suficientemente importante como para merecer su atención o aunque sea una explicación. Sos tan poca cosa que ni un simple “¿Estás bien?” te merecés de parte de todos aquellos a los que alguna vez diste todo por ayudar. 

Quizás es hora de que lo aceptés y dediques el resto de tus días a contar las horas que te separan de la nueva vida que algún día empezarás lejos de todo y de todos.