Te quiero, pero ya no más. Estoy harta de tenerte aquí en mi mente, en mi corazón; carcomiéndome, lastimándome. Voy a dejarte ir. Vas a estar lejos de aquí. Muy lejos. Quiero que seas un viejo y polvoroso recuerdo en mi memoria. Un eco de aquel al que alguna vez amé. Voy convertirte en menos que la sombra de una cicatriz en los despojos de corazón que me dejaste. No serás más que imágenes difusas anexas a una vieja canción de amor. Un fantasma sin cadenas que arrastrar y sin voz con la que lanzar aullidos atemorizantes en las noches que no pueda dormir. En esas noches que le pertenecían a tu recuerdo. Y que hoy quiero recuperar. Ya no habrá nada tuyo en mí. Ni un resquicio de tu sonrisa o un relámpago de tu mirada o un soplo de la brisa de tu voz. Y ya no habrá nada mío que te pertenezca. Ni mis noches, ni mis sueños, ni mi vida, ni mis besos, ni mis anhelos. No voy a darte nada más. Quiero ser mía y estar completa. Y que cuando sonría esa sonrisa sea plena, sea sincera, sea real. Y que cuando respire no me sienta ahogada si tu perfume no llega a cada célula de mi cuerpo. Y que mis ojos brillen ya no de lágrimas, sino porque puedo ser feliz aunque no estés. Y que mis horas transcurran una a una sin la lentitud que les imprime el ansia de tenerte cerca. Y que mi cuerpo ya no busque refugio entre tus brazos. Y que mis pies no vuelvan a llevarme inconscientemente hacia vos. Y si lloro, que sea por otro. Y si amo, que sea a otro. Y si me entrego, me completo, me destrozo, me derrito, me ahogo o me río, sea por otro. Que sea otro el que llene mis sueños y acelere mis latidos. Otro el que me quiera, me bese, me abrace, me odie, me desprecie, me abandone, me lastime. Otro. Un hombre diferente en un ambiente distinto. Ya casi puedo saborear esa independencia de vos, como si ya la palpase; ya la viviese. Casi puedo sentir la libertad. La felicidad. Sin vos. Como hace tiempo que no logro concebirla. Está ahí, casi cerca. No es nueva ni conocida. Ni sueño ni realidad. Ni siquiera es del todo mía. No es real, no es corpórea; pero casi. Y está ahí. Latente, paciente. Esperándome. Aguardando el momento en que pueda sacarte de mí. Ese instante en que pueda nacer de nuevo y ser feliz. Sé que no puede falta mucho, te siento tan lejos ya. Una imagen difusa, intermitente. Un mal sueño que no llegó a ser una pesadilla y del que estoy despertando. Una ilusión que mañana por la mañana ya no recordaré. Casi tan leve como el dolor de un hueso roto y mal soldado en un día de humedad; casi tan lejana como la tarde ventosa de julio en la que te conocí y creí que me harías feliz. Te vas de mí. Te estás yendo. Y no voy a detenerte, porque eso es lo que quiero. Quiero caminar por el parque una tarde fría, con las manos en los bolsillos y el sentimiento de que quererte quedó atrás. Quiero ver el anochecer desde la terraza del edificio más alto de la ciudad y sentir que el dolor se perdió entre las personas, los autos y las esquinas. Quiero despertarme por la madrugada y tomarme una taza de té muy caliente, tanto que me queme cada atisbo tuyo que quede en alguna parte de mí. Quiero dormirme escuchando la lluvia nocturna, consciente de que no volverás a lastimarme.
Quiero levantarme una mañana nublada y no acordarme de quién sos.
5 comentarios:
Aww, qué triste y qué hermoso a la vez. Me gustó tu blog, y aunque suene extraño, no podía no verlo después de leer tu perfil!
En fin, voy a tratar de pasar por acá.
Un beso ♥
mmm. siemopre cuando en una relacion las cosas no dejan cosas buenas tomamos esa decision queremos olvidarlos vivir de nuevo pero ya no con el por que llegamos al punto de cansarnos de tanto esperar.
impresionante...me gustaria que pases por nuestro nuestro blogs para que veas lo nuevo que trae doritos
hola pase a saludarte y de nuevo me he dado de cuenta lo hermosamente q escribes y sabes aunq digas q lo demas te consideren extraña o rara me gusta mucho tu forma de ser...bye cuidate
by:yulix
me duele admitir q a mi tmb me paso! te kiero banda angie!
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