Quiero caminar por el parque una tarde fría, con las manos en los bolsillos y el sentimiento de que quererte quedó atrás.
Quiero ver el anochecer desde la terraza del edificio más alto de la ciudad y sentir que el dolor se perdió entre las personas, los autos y las esquinas.
Quiero despertarme por la madrugada y tomarme una taza de té muy caliente, tanto que me queme cada atisbo tuyo que quede en alguna parte de mí.
Quiero dormirme escuchando la lluvia nocturna, consciente de que no volverás a lastimarme.
Quiero levantarme una mañana nublada y no acordarme de quién sos.