21 diciembre, 2009
GOODBYE BRITTANY
01 diciembre, 2009
LOVE SUCKS.
27 noviembre, 2009
Harvey Milk Memorial
12 noviembre, 2009
Disfrazando de espera lo que no es más que resignación.—
Y hoy es uno de esos días en que tu recuerdo se siente más que nunca y pesa hasta asustar. Uno de esos días en que podría huir muy, muy lejos y ya no volver. Uno de esos días en que el llanto pugna por salir y lo detiene ese estúpido deseo de sentirme fuerte. Uno de esos días en que tu ausencia se cruza con mi rutina para espantarme con todo lo que quise que fuera y nunca fue. Y duele decir “tu ausencia” porque hace pensar que alguna vez estuviste acá. Y me obligo a admitir que lo mío es una alta dosis de nostalgia que roza la esquizofrenia; esa locura en la que tu falta me hace caer. Y es que ya estoy medio loca de pensarte; tanto que a veces llego a sentirte. Estoy algo demente de tanto estar sola imaginado que ya vas a llegar. Cansada de tanto levantarme para volver a caer. Aturdida de tanto llorar esperando que contestes a mis desesperados llamados.
Esta es una de esas tardes en que muerdo las horas, impaciente a la espera de algo que no va a ocurrir. Una de esas tardes que devienen de mañanas tristes y asustadas y desembocan en angustiosas madrugadas. Una de esas tardes que aparecen una vez al mes, justo cuando todo parecía andar bien. Una de esas tardes me recuerdan que todavía te quiero, aunque nunca vayas a saber quién soy. Un doloroso conjunto de instantes que me hacen rogar al olvido que te lleve más lejos de lo que ahora estás. Un insoportable transcurrir de minutos que nunca parece acabar. Un continuo resonar de tictacs en mis oídos, que acompasadamente me hablan de lo enorme de mi soledad. Un puñado de segundos que hace que cada exhalo me duela; pensando que, no importa qué haga, nunca voy a sacarte del todo de mí. Un pesado recorte de horas, sacado del común de mis días para acentuar la tortura de saberte imposible. La firma de mi sentencia a una cadena perpetua de agonía implorándole al tiempo que extirpe de mi piel los rastros que tu amor nunca dejó.
05 octubre, 2009
Ese miedo al que no le cuesta entrar pero no quiere salir.
26 septiembre, 2009
19 septiembre, 2009
13 septiembre, 2009
Quiero escucharte hablar un idioma hecho de silencios.-
Vamos, decilo. SÍ, eso. Decime todo eso que se nota que tratás de expresar cuando me mirás a los ojos y ambos callamos a la espera de que el otro se anime. Sé que hay algo ahí. Más allá de los silencios y las miradas de reojo. Más allá de los suspiros y los deseos reprimidos. Animémonos y gritémoslo. Aturdámonos con palabras mudas formadas por los sonidos de nuestras caricias y las sílabas de los acelerados latidos de nuestros corazones. Contame todo con los ojos, que sé que lo voy a entender. Te responderé con un batir de pestañas y me acercaré a vos. No, no hables. Ya es tarde para palabras. Ya ambos lo sabemos. No importa si pasaste horas pensando en la mejor forma de decirlo. Ahora ya pasó el momento en que habría funcionado. Una vez me dijiste que nunca fuiste bueno con las palabras y que no sabes darte a entender. Dijiste que por eso te gusta hablar conmigo; que entiendo tus silencios e interpreté tus gestos. Ahora es nuestro oportunidad entonces. Pongamos en práctica ambas capacidades y entendámonos sin palabras. Hagámoslas inútiles. Tengamos silenciosas conversaciones usando solo el lenguaje de tus manos, mis sonrisas, nuestras miradas y el fluir de los minutos y las horas. Escapémonos de la rutina de la voz y reemplacémosla por los sonidos de las pestañas al cortar el aire, las manos al buscarse mutuamente y las respiraciones al agitarse. Dejemos en el pasado todas las horas de angustia ante la perspectiva de seguir callando, todas los intentos de hablar frustrados por el miedo, todas las veces que nos odiamos tras la decepción del silencio ajeno, cada una de las veces que intentamos (inútilmente, cabe aclarar) olvidarnos, esos días en que soñamos con dejar de querernos, esas lágrimas que vertimos a escondidas creyendo que nunca estaríamos juntos, ese recuerdo que nos lastimaba cada vez que volvía y aquella canción que sonaba mas fuerte en nuestras cabezas cuando nos veíamos obligados a separarnos otra vez con la frustración de seguir guardando aquel secreto que a viva voz gritaban nuestros cuerpos,
Contame eso que ambos sabemos, que lo quiero escuchar. Quiero escucharte decirlo todo sin sonido alguno.
03 septiembre, 2009
26 agosto, 2009
AL LECTOR
ocupan nuestras almas, nuestros cuerpos alteran,
y como los mendigos sus piojos,
así nutrimos nuestros blandos remordimientos.
Nuestro pecado es terco, nuestra contricción floja;
con creces nos hacemos pagar las confesiones,
y alegres regresamos al camino fangoso,
creyendo nuestras culpas lavar con viles llantos.
En la almohada del Mal Satán es Trigemisto
quien largamente acuna nuestro ser hechizado,
y el precioso metal de nuestra voluntad,
íntegro lo evapora ese sabio alquimista.
¡El Diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!
Incluso en seres inmundos hallamos seducción;
y sin horror en medio de tinieblas hediondas,
cada diaria hacia el infierno descendemos un paso.
Tal como un mísero libertino que besa y mordisquea
los martirizados senos de una ramera vieja,
robamos de pasada algún placer clandestino
que a fondo, como una naranja seca, exprimimos.
Denso, hormigueante, así como un millón de helmintos,
un pueblo de Demonios hierve en nuestras cabezas,
y cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
baja, río invisible, con apagadas quejas.
Si el estupro, el veneno, el puñal y el incendio
de agradables dibujos no ornaron todavía
el trivial cañamazo de nuestra pobre suerte,
es, ay, porque nuestra alma no es bastante atrevida.
Pero entre chacales y panteras, linces y monos,
escorpiones y buitres, y también serpientes,
los monstruos aulladores, rampantes, gruñidores
de todos nuestros vicios en la leonera infame,
¡hay uno que es más feo, más inmundo, más malo!
Sin lanzar grandes gritos ni mostrar grandes gestos
convertiría a gusto la tierra en un despojo
y se tragaría al mundo con sólo bostezar;
¡Es el Tedio! — De llanto involuntario
llena la mirada, su pipa fuma y sueña patíbulos.
Tú conoces, Lector, al delicado monstruo,
hipócrita lector - mi igual —, ¡hermano mío!
Las flores del mal (1857)
04 agosto, 2009
Cansada de simular que no quiero fundirme con [en]vos.
20 julio, 2009
Confesiones de un corazón confundido.
Angélica nació hace ya diecisiete inviernos y unas cuantas lunas. Tiene ojos grandes, mirada triste y una sonrisa que parece agarrada con pinzas y que le sorprende que todos crean real. Lleva las uñas pintadas de negro, con el esmalte saltado y los bordes irregulares de tanto comérselas. Es por la ansiedad que no ha aprendido a controlar todavía. En su pelo se amontonan los distintos colores que el tiempo ha ido marchitando como sueños de otra vida que se marchan dejando sólo una franja muerta y desprovista de color. Se reconoce adicta al té y se ríe porque sabe que las casi siete tazas diarias están afectando su sistema nervioso. No sabe mucho de olvido o esperanza, pero conoce a fondo la indiferencia, el fracaso, la frustración, la tristeza y el rechazo. Ella no cree en Dios, en ángeles, en brujería, reencarnación o almas gemelas. No cree en la felicidad, el destino ni los finales felices. No le gustan los finales. Los odia. Tampoco cree en los “para siempre”. Piensa que cada vez que aparece un “para siempre” es para encubrir un “hasta nunca”. Tantas veces oyó lo mismo, tantos amigos vio desaparecer en las fauces de estas dos palabras. Porque ella admite que sólo le teme al fracaso y al olvido. Le aterran. Su simple insinuación la desequilibra. La trastorna. No hay nada más que pueda dejarla en vela noches enteras. Nada más que la aterrorice de esa manera. No existe otra cosa que la haga desfallecer y la deje sollozando de rodillas. Y los odia por eso. No le gusta caer, no le gusta rendirse ante la desesperación. Detesta sentirse débil. Y eso es precisamente lo que siente esas noches cuando cae al suelo con la cara entre las manos, creyéndose una tonta.
Angélica ama el arte. El cine, la música y la literatura son sus debilidades. Escucha The Rolling Stones y Pink Floyd; lee los libros de Stephen King y Agatha Christie [y los de Harry Potter, los cuales devora una y otra vez] y enloquece con Tim Burton en cualquiera de sus expresiones. Sueña con ser algún día la mitad de lo que él es. Quiere dirigir una película así como las suyas; oscura, compleja, con estilo, buena. Es probablemente su mayor ambición, sólo comprable con la ilusión que guarda de ver algún día publicados todos esos papeles sueltos donde garabatea sus sentimientos e inventa historias que le gustan más que la suya. Hace rato que Angélica decidió que lo que quiere y le gusta es el arte. Hizo un curso de danza y la escuela le obligó a abandonar. Pero se prometió que algún día va a volver. Es su materia pendiente, su sueño a realizar.
Ella es catalogada de loca y rara. Y admite que lo es un poquito. Decididamente es distinta. Y se nota en la forma en que habla, se mueve, piensa o calla. En la manera en que apoya los ojos en la nada y se pierde. En su modo de sentir las cosas; crudo, descarnado, extremo. En la facilidad con la que rinde un examen sin haber tocado un libro del tema [y no porque sepa, sino porque no le importa]. En la rapidez y fluidez con la que puede sostener esas retorcidas ideas que tiene y esos ideales que defiende hasta que se le acaba la voz. En la capacidad que tiene para hacer suyas historias que no le pertenecen hasta terminar llorando con cada fantasía que experimenta. Porque ella no lee libros ni ve películas. Ella los vive. Los hace parte de sí y después le duele dejarlos ir. También se evidencia su desemejanza del resto cuando camina. Va lento, hablando consigo misma, mirándose los pies. Se detiene a observar cosas normales que ante sus ojos cobran nuevos matices. Hasta se viste diferente a los demás. Colores oscuros, maquillaje fuerte y muchos accesorios. La señalan en la calle por eso. Porque Angélica no nació en un lugar que le guste o en el que encaje. No. Ella viene de una ciudad chiquita que se hace pasar por más y a la que odia. Es originaria de una sociedad de montaña con todas las letras. Cerrada, conservadora. Una pequeña ciudad donde todos lucen parecido y piensan igual y lo distinto está mal visto.
Ella tiene amigos, pero ya no sabe cuáles son de verdad. Le mienten, la decepcionan, la olvidan, la abandonan, vuelven, la traicionan. La gente entra y sale y ella sigue igual. Sin inmutarse. Sin sentir nada. Sin llorar. Hace tiempo decidió que quería dejar de llorar. Que sería fuerte. Que no volvería a caer. Y lo consigue. O al menos la mayor parte del tiempo lo logra. Eso de ser fuerte no es una pose, no pretende que los demás lo crean. Ella admite que puede ser muy débil. Admite que a veces se esconde debajo de las frazadas de su cama, al borde del colapso. No desmiente que las películas le hacen llorar y que leyó pocos libros con los que no haya terminado sollozando. Lo acepta, pero no lo muestra. El resto lo sabe, pero no lo ve. Y si no se ve todavía existe la posibilidad de que no sea real. Y es precisamente eso lo que ella quiere. La duda. La incertidumbre. Porque todo en su vida es así. Real a medias. Sus amigos, sus anhelos, sus palabras, sus deseos, sus amores.
Angélica tiene un amor al que tacha de imposible. Mientras, lo sigue soñando. Ella quiere gritarle lo mucho que lo quiere, pero no se anima. Sabe que si lo hace él la rechaza y ella lo pierde. Lo mira día tras día. Hablan, se juntan, se ríen. Pero no busca más porque no lo hay. Entiende que hacerlo sería una pérdida de tiempo y un malgasto de suspiros. Comprende que así sólo lograría herir más su ya maltrecho corazón.
Ella vive a su modo, cuando puede. Cuando la dejan. Habla un poco a los gritos de cosas que se supone no debe hablar. Expone sus ideas sin preocuparse demasiado por las susceptibilidades ajenas. No opina de religión para no lastimar a los demás [Pero hay veces que le importa muy poco eso y se destraba. Y ahí hay que escucharla despotricar. Odio a la Iglesia Católica. La aborrece. La culpa de tantas cosas. Angélica se define como judía conversa y lo siente mucho más de lo que lo dice]. Si no va a la escuela duerme muchas horas del día y pasa las noches en vela. Le gusta mucho la noche. Se siente mejor en su soledad, su oscuridad, su silencio. No le asustan, porque sabe que ella puede combatirlos. Es más fuerte y más grande que el miedo.
Angélica sufre, miente, finge, sueña. Caza frases, recuerda gestos, inventa conversaciones, conserva imágenes, anexa canciones, confunde fechas, imagina futuros. Es una chica complicada. Un alma inestable. Una mente desequilibrada. Un corazón confundido.
12 julio, 2009
Ryan Ross, ése fue el peor regalo de cumpleaños de mi vida
Now I'm of consenting age to be forgetting you in a cabaret. Somewhere downtown where a burlesque queen may even ask my name As she sheds her skin on stage I'm seated and sweating to a dance song on the club's P.A. The strip joint veteran sits two away Smirking between dignified sips of his dignified peach and lime daiquiri [And isn't this exactly where you'd like me I'm exactly where you'd like me, you know Praying for love in a lap dance and paying in naivety] {{Just stay where I can see you Douse the lights! We sure are in for a show tonight}} I'd chime in with a "Haven't you people ever heard of closing a goddamn door?!" No, it's much better to face these kinds of things with a sense of poise and rationality. Is it still me that makes you sweat? Am I who you think about in bed? When the lights are dim and your hands are shaking as you're sliding off your dress? Then think of what you did And how I hope to God he was worth it. When the lights are dim and your heart is racing as your fingers touch his skin. I've got more wit, a better kiss, a hotter touch, a better fuck Than any boy you'll ever meet, sweetie you had me Girl I was it, look past the sweat, a better love deserving of Exchanging body heat in the passenger seat? No, no, no, you know it will always just be me Come save me from walking off a windowsell or I'll sleep in the rain. Don't you remember when I was a bird and you were a map? Picking up things we shouldn't read, Looks like the end of history as we know, It's just the end of the world. Back to the street where we began, Feeling as good as lovers can, you know, Into a place, where thoughts can bloom, Into a room where it's nine in the afternoon , {[The ink is running towards the page Chasing off the days Look back at both feet and that winding knee I missed your skin when you were east You clicked your heels and wished for me Through playful lips made of yarn That fragile Capricorn unraveled words like moths upon old scarves I know the worlds a broken bone But melt your headaches, call it home]} She said she'd won the world at a carnival [...] But who could love me? I am out of my mind Throwing a line out to sea To see if I can catch a dream Things are shaping up to be pretty odd Little deaths in musical beds So it seems I'm someone I've never met Things have changed for me, and that's okay I feel the same, I'm on my way, and I say Things have changed for me, and that's okay… ((When the sun found the moon She was drinking tea in a garden Under the green umbrella trees In the middle of summer So he said, "Would it be all right If we just sat and talked for a little while If in exchange for your time I give you this smile?" So she said, "That's okay As long as you can make a promise Not to break my little heart Or leave me all alone in the summer.")) Well he was just hanging around Then he fell in love And he didn't know how But he couldn't get out Allow me to exaggerate a memory or two Where summer's lasted longer than Longer than we do Where nothing really mattered Except for me to be with you But in time we all forgot And we all grew [...] You've never been so divine In accepting your defeat And I've never been more scared to be alone If love is not enough to put my enemies to sleep Then I'm putting out the lantern Find your own way back home Innocence. Sunk the glow and drowned in covers, send for all your absent lovers things. Go on, grab your hat and fetch a camera. Go on, film the world before it happens. Hey moon, please forget to fall down Hey moon, don't you go down Ryan Ross y Jon Walker abandonan Panic at the disco =(